En el año 1996, Silvio Rodríguez nos regalaba, en el álbum “Domínguez”, la canción “Paladar”. En ella encontramos esta sabia reflexión: “Me pregunto qué negocio es este, en que hasta el deseo es un consumo”, para añadir una pregunta que cada vez es menos retórica: “¿Qué me haré cuando facturen el sol?”. Les explico esto porque la nutrición, hoy por hoy, es un negocio en el que todo vale con tal de que dilapidemos nuestros ahorros. De hecho, ya nos facturan el sol, y por eso aludo a lo poco retórica que es la pregunta de Silvio. Porque resulta que la vitamina D, pese a que podemos sintetizarla si exponemos nuestra piel al sol, también puede meterse en una pastillita en cuyo envoltorio nos sugerirán que con ella compensaremos nuestros malos hábitos. Hablé de dicha vitamina en un texto que titulé “¿Qué tiene que ver el verano con la vitamina D, una carretera principal y una batería?”. Pero hoy no hablaré del lucrativo negocio de la vitamina D, sino de otro no menos rentable: el de los afamados (que no reputados) ácidos grasos omega-3, que también vienen en nada baratos comprimidos, viales, cápsulas, grajeas, pastillas y un aceitoso etcétera.

El mercado de los omega-3, que aumenta un 30 % cada año, asciende a la nada desdeñable cifra de (¿están sentados?) más de 1.000 millones de dólares cada año.  Ya expliqué en febrero de 2014 que las pruebas científicas disponibles no justifican, ni por asomo, el incremento espectacular en las ventas de estos ácidos grasos. Lo hice en un texto titulado “Omega-3 y aceite de pescado: ¿nueva panacea?”.  También hablé de dichas sustancias en el escrito “El druida Panorámix ¿añadía omega-3 a su poción mágica?”, además de en esta entrevista.

Entenderé que no se fíen de mí, por lo que les invito a pegar una ojeada a unos datos que compartió en su cuenta de Twitter uno de los mayores expertos en nutrición que conozco: Eduard Baladia  (@EBaladia). En su opinión, que pueden leer en este enlace, los estudios serios sobre la relación omega-3 y salud muestran resultados contradictorios. Así que cuando usted escuche o lea algo así como “los médicos y los nutricionistas consideran que los omega-3 son beneficiosos para…” espero que acudan a su mente estas dos palabras: “resultados contradictorios”.

Con su permiso, y el de Eduard, añado algo más. Aunque las pruebas que sustenten los hipotéticos beneficios de los omega-3 son débiles, no lo son tanto las que justifican mejoras para la salud atribuibles al consumo de pescado. Sin embargo, incluso aquí hay algo que debemos saber antes de lanzarnos a esquilmar todavía más los ya afectados mares, océanos y ríos (no olvidemos que los problemas medioambientales están muy relacionados con lo que comemos): es posible que la disminución en el riesgo de sufrir enfermedades crónicas que se observa en quien toma pescado a menudo no sea tanto por la ingesta de pescado, sino por algo que sucede a la vez que su consumo. Según explicó el pasado 2 de abril el American Institute for Cancer Research, debemos tener en cuenta que quien toma pescado con frecuencia no suele ingerir una gran cantidad de carnes rojas y procesadas, relacionadas con diversas patologías crónicas.

En suma, unas cuantas casas farmacéuticas, bastantes empresas de complementos alimenticios y determinados falsos mesías nutricionales (como el que promueve la desacreditada “Dieta de la Zona”) pretenden medicalizar aún más nuestra vida de manera claramente injustificada. Pero, sobre todo, se están forrando a nuestra costa haciéndonos creer que los Omega-3 son tan importantes para nuestra salud como la leche materna para un bebé.

Opino que en este mundo gobernado por intereses ajenos (y a veces contrarios) a nuestra salud, resulta imprescindible huir de cualquier promesa dietética que suene demasiado bonita como para ser cierta.

Tienen más textos de un servidor sobre Omega-3 en este link: http://juliobasulto.com/tag/omega-3

P.D. 1 (27 de julio de 2018). La Dra. Asmaa Abdelhamid y sus colaboradores acaban de publicar en la revista Cochrane Database of Systematic Reviews un estudio que concluye que la suplementación con Omega-3 no ha probado ser útil para la prevención primaria o secundaria de la enfermedad cardiovascular (www.pubmed.gov/30019767).

P.D.2 (1 de octubre de 2019). Un estudio de Yang Hu y colaboradores en Journal of the American Heart Association ha observado un posible papel protector de los omega-3 marinos en el riesgo cardiovascular. Sin embargo, según los propios autores «[…] se requiere un tamaño de muestra adecuado, una dosis moderada a alta de omega-3 marino y una mayor duración del tratamiento para garantizar una evaluación rigurosa y confiable del efecto de la suplementación de omega-3 marino en los puntos finales de las enfermedades cardiovasculares» («[…] adequate sample size, moderate‐to‐high marine omega‐3 dose, and longer treatment duration are required to ensure a rigorous and reliable assessment of the effect of marine omega‐3 supplementation on CVD end points»)(www.pubmed/ 31567003).

P.D.2 (17 de febrero de 2021). Gracias a un tuit de mi amigo Juan Revenga (aparece debajo de estas líneas) acabo de conocer una impresionante investigación de Nutrimedia y Cochrane Iberoamérica cuya conclusión es clara como el agua del grifo: «El mensaje ‘Aumentar el consumo de alimentos ricos en omega 3 ayuda a prevenir las enfermedades cardiovasculares es probablemente falso». Añaden lo siguiente: «El aumento del consumo de alimentos que contienen omega 3, ya sea de origen animal o vegetal, es probable que produzca poca o ninguna diferencia en el riesgo de mortalidad o de enfermedad cardiovascular». ¡Gracias por el aviso Juan!

 

P.D.3 (23 de marzo de 2021). Una investigación acaba de concluir que en adultos de 50 años o más, el tratamiento con EPA-DHA o vitamina D3, en comparación con placebo, no produce diferencias significativas en el riesgo de fibrilación auricular. El estudio consistió en un seguimiento de más de 5 años. Fuente: Albert CM, Cook NR, Pester J, Moorthy MV, Ridge C, Danik JS, Gencer B, Siddiqi HK, Ng C, Gibson H, Mora S, Buring JE, Manson JE. Effect of Marine Omega-3 Fatty Acid and Vitamin D Supplementation on Incident Atrial Fibrillation: A Randomized Clinical Trial. JAMA. 2021 Mar 16;325(11):1061-1073. doi: 10.1001/jama.2021.1489. PMID: 33724323. En línea: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33724323/

P.D.4. (26 de mayo de 2021). Nuestro Ministerio de Sanidad considera lo siguiente con respecto a los omega-3: «No se recomienda utilizar suplementos de omega-3 para disminuir la morbimortalidad cardiovascular, ni en prevención primaria ni secundaria». Hablé de ello en el texto «¿Benecol, Danacol, Omega-3, soja…para el corazón? «No se recomienda».«.

P.D.5. (26 de mayo de 2021). En embarazadas puede suponer un riesgo sin claros beneficios suplementarse con omega-3. Lo justifiqué en el artículo «¿Embarazada? No tomes pastillas de omega-3«.

P.D.6 (1 de octubre de 2021). La suplementación prenatal con DHA (omega-3) no confirió ventajas en el comportamiento infantil y pareció empeorarlo según un reciente ensayo controlado aleatorizado. pubmed.gov/34578873 (Jacqueline F Gould et al. Nutrients. 2021 Aug 27;13(9):2996.).

P.D.7 (1 de octubre de 2021). La suplementación con ácidos grasos omega 3 durante el embarazo no reduce el riesgo de parto pretérmino. Revision sistematica y metaanálisis. pubmed.gov/34069867 Ramón Serra et al. Nutrients. 2021 May 18;13(5):1704.

P.D.8 (9 de octubre de 2021). Una revisión sistemática y metaanálisis de ensayos controlados aleatorizados acaba de constatar que la suplementación con omega-3 marino se asocia con un significativo mayor riesgo de fibrilación auricular. Se trata de la arritmia cardiaca más frecuente en la práctica clínica, cuya prevalencia en la población general es del 1% (la prevalencia aumenta con la edad). El riesgo pareció ser mayor en los ensayos que probaron> 1 g de omega-3 por día. Fuente: Gencer B et al. Effect of Long-Term Marine ɷ-3 Fatty Acids Supplementation on the Risk of Atrial Fibrillation in Randomized Controlled Trials of Cardiovascular Outcomes: A Systematic Review and Meta-Analysis. Circulation. 2021 Dec 21;144(25):1981-1990.

P.D.9 (23 de diciembre de 2021). Así como Igho Onakpoya concluía en junio de 2020 que los suplementos de omega-3 probablemente son inútiles para reducir el riesgo de ansiedad o depresión (BMJ Evid Based Med. 2020 Jun 16:bmjebm-2020-111341), un ensayo controlado y aleatorizado más reciente ha ido más allá. El estudio, cuya primera firmante es Olivia Okereke, ha constatado que utilizar suplementos con omega-3 en personas mayores de 50 años sin síntomas depresivos genera un aumento pequeño, pero significativo, en el riesgo de depresión (JAMA. 2021 Dec 21;326(23):2385-2394).

 

P.D.10 (26 de octubre de 2023): Una nueva investitación ha constatado que la suplementación con vitamina D o ácidos grasos omega-3 (en 25.871 personas mayores durante 5,3 años) no se ha traducido en una menor prevalencia o gravedad del dolor (Mieke A Soens et al. Pain. 2023 Oct 25. Epub ahead of print).

P.D.11 (6 de noviembre de 2023): Un ensayo controlado aleatorizado multicéntrico constató que la suplementación con ácidos grasos poliinsaturados omega-3 no se traduce en una mejora en la función cognitiva global en ancianos institucionalizados sin deterioro cognitivo o con deterioro cognitivo moderado (Baleztena J, Ruiz-Canela M, Sayon-Orea C, Pardo M, Añorbe T, Gost JI, Gomez C, Ilarregui B, Bes-Rastrollo M. Association between cognitive function and supplementation with omega-3 PUFAs and other nutrients in ≥ 75 years old patients: A randomized multicenter study. PLoS One. 2018 Mar 26;13(3):e0193568). Por su parte, una revisión sistemática constató que no hay pruebas de que suplementar con DHA (ácido docosahexaenoico, un ácido graso omega-3 de cadena larga) mejore, en personas mayores, la función cognitiva, la memoria, la función ejecutiva o la atención (Balachandar R, Soundararajan S, Bagepally BS. Docosahexaenoic acid supplementation in age-related cognitive decline: a systematic review and meta-analysis. Eur J Clin Pharmacol. 2020 May;76(5):639-648).

 

 

P.D.12 (18 de noviembre de 2023). En agosto de 2023, el doctor John M. Mandrola ha justificado en Medscape, comentando la investigación que he citado en la posdata número 8 (Circulation. 2021 Dec 21;144(25):1981-1990) que la falta de pruebas sólidas de beneficio cardiovascular por consumir pastillas de omega-3 y el mayor riesgo de fibrilación auricular atribuible su consumo argumentan en contra de su uso rutinario. Fuente: Mandrola JM. Are Fish Oils on the Hook for AF Risk? Medscape, 10 de agosto de 2023.

 

P.D.13 (19 de noviembre de 2023). La mayoría de los suplementos de omega-3 contienen declaraciones «que implican un beneficio para la salud […] a pesar de la falta de estudios que demuestren su eficacia», según una investigación publicada en agosto de este año por Joanna N. Assadourian y colaboradores (JAMA Cardiol. 2023 Oct 1;8(10):984-988) y que he conocido gracias a un aviso de mi admirada amiga Maria Manera.

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