El pasado 2 de mayo de 2020, Lukas Schwingshackl y sus colaboradores publicaron una revisión sistemática con metaanálisis sobre la supuesta efectividad del ayuno intermitente en la antropometría y en marcadores intermedios de enfermedades en pacientes con sobrepeso u obesidad.

Pese a que su conclusión es que el ayuno intermitente parece mejor que no hacer nada, lo cierto es que esta práctica no mostró ser mejor que la restricción calórica no intermitente. Es decir, el enfoque habitual para perder peso.

Sin embargo, si miramos de cerca veremos unos cuantos peros a eso de que es mejor el ayuno intermitente que no hacer nada.

Por una parte, solo se comparó la adherencia entre las dos propuestas dietéticas en el 29% de los estudios analizados por el metaanálisis. Piense ahora que la propuesta no es una dieta sino una pastilla. Porque además de valorar si la pastilla funciona, también debemos calibrar si la gente se la toma o no.

Además, en el 41% de los estudios revisados no se analizaron los posibles efectos adversos de las intervenciones. Y, en mi opinión, el ayuno intermitente puede generar efectos adversos, como justifiqué en este par de textos:

Ayunar del ayuno intermitente.

El coste de oportunidad del ayuno intermitente.

Por otra parte, y esto ya lo dicen los propios investigadores, no hay estudios que hayan durado más allá de los 12 meses, por lo que no podemos saber si los supuestos beneficios perduran más allá de dicho lapso de tiempo (no olvidemos que la obesidad es una patología crónica).

Los científicos también añaden que «la certeza de la evidencia se calificó principalmente como baja o moderada para la mayoría de los resultados». Es más, detallan que el 47% de los estudios analizados «fueron clasificados como con un alto riesgo de sesgo».

En fin, espero que nadie se obnubile con este estudio, porque en absoluto nos aporta razones para incorporar el ayuno intermitente como una estrategia para abordar la obesidad u otras patologías crónicas.

Fuente: Schwingshackl L, Zähringer J, Nitschke K, et al. Impact of intermittent energy restriction on anthropometric outcomes and intermediate disease markers in patients with overweight and obesity: systematic review and meta-analyses [published online ahead of print, 2020 May 2]. Crit Rev Food Sci Nutr. 2020;1‐12. En línea: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32363896/

Posdata (25 de mayo de 2020): Creo necesario añadir dos consideraciones a esta entrada. La primera proviene de una autoridad en el ámbito de las investigaciones científicas: el doctor Raimon Milà Villarroel. En su cuenta de Twitter ha comentado lo siguiente: si la mitad de los estudios tiene riesgo de sesgo importantes, ¿por qué los han incluido? Muy buena pregunta, sin duda. Tienen más información sobre el doctor Raimon Milà aquí. Y la segunda consideración es la respuesta que dio ayer Serge Totei a la entrada de Facebook en la que compartí este breve artículo: «Hay que tener en cuenta que el uso del ayuno intermitente o de cualquier otra opción dentro de un ámbito saninatio o del control médico es una cosa, y que lo haga la población en general otra cosa muy muy diferente». Totalmente de acuerdo. Lo que interpretará la población sobre el ayuno intermitente, lo que finalmente hará al implementarlo y las consecuencias que eso puede acarrear es bien distinto a lo que ocurre en los (pocos, de corta duración y de baja calidad en general) estudios disponibles.

Posdata 2 (30 de septiembre de 2020). Gracias a un aviso de Juan Camilo Mesa (@MesaconS) he sabido de un estudio que ha comparado el efecto de comer tres veces al día, de forma estructurada, con realizar el ayuno intermitente. ¿Resultado? Sin diferencias entre ambos grupos con respecto a la pérdida de peso (Lowe DA, et al. JAMA Intern Med. Published online September 28, 2020), pero el grupo control perdió más masa muscular. He ampliado esta cuestión en el texto «Ayuno intermitente, masa muscular y principio de precaución«.

Posdata 3 (22 de octubre de 2020): en mayo de 2020 se publicó en la revista Nutrients una revisión sistemática sobre ayuno intermitente y rendimiento deportivo, cuya primera firmante es Joana M Correia. En mi opinión, lo más importante que debemos tener en cuenta de dicha investigación es lo siguiente: hay pocos estudios, heterogéneos, la mayoría sin grupo control, muchos no informan sobre tamaños del efecto o poder estadístico, ninguno en una muestra representativa, no se ha evaluado bien la posible pérdida de masa muscular y puede existir en muchos estudios sesgo de publicación. En suma, afirmar que el ayuno intermitente mejora el rendimiento deportivo es pura invención. Fuente: Correia JM, Santos I, Pezarat-Correia P, Minderico C, Mendonca GV. Effects of Intermittent Fasting on Specific Exercise Performance Outcomes: A Systematic Review Including Meta-Analysis. Nutrients. 2020 May 12;12(5):1390. doi: 10.3390/nu12051390. PMID: 32408718; PMCID: PMC7284994.

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