Varias personas nos han preguntado, a Juanjo Cáceres y a mí, por qué no nos hemos extendido más, en nuestro nuevo libro «Dieta y cáncer«, en tres cuestiones: lácteos, hidrocarburos aromáticos policíclicos y acrilamida. Cuando leáis las siguientes líneas entenderéis (o eso espero) por qué. Líneas, por cierto, que hemos rogado a la editorial que incluya en próximas ediciones del libro, para evitar malos entendidos:

1.- Sobre la leche y los lácteos han corrido ríos de tinta, pero tinta que acaba por borrarse del papel. Al menos de momento. Muchos naturópatas suelen asustarnos sugiriendo que la leche es tan cancerígena como beber mercurio inorgánico. El WCRF, sin embargo, considera que las pruebas que relacionan su consumo con un menor riesgo de cáncer colorrectal (sí, menor, lo hemos escrito bien) son más fiables que las que observan un posible mayor riesgo de cáncer de próstata atribuible a su ingesta. Ninguna de dichas pruebas, en todo caso, son sólidas. Por eso no hemos mencionado hasta ahora los lácteos. De lo que nadie duda es de que nuestra dieta no debe basarse en lácteos, sino en alimentos de origen vegetal poco procesados.

2.- Quizá te preguntes por qué el WCRF no cita las barbacoas o los alimentos muy tostados en sus consejos generales. Seguramente porque pese a que las barbacoas no son recomendables para un consumo habitual debido a la aparición de unas sustancias cancerígenas denominadas hidrocarburos aromáticos policíclicos (puedes comprobarlo aquí: www.wcrf.org/dietandcancer/exposures/meat-fish-dairy), su consumo poblacional es bajo, mientras que no lo es el de carnes rojas y procesadas, cuya relación con el cáncer está bien establecida.

3.- Sobre los farináceos tostados, que pueden contener otras sustancias potencialmente peligrosas llamadas acrilamidas, a día de hoy las pruebas que relacionan su ingesta con el cáncer no son convincentes… aunque resulta muy aconsejable, como es lógico, descartar productos cuyo tostado no sea dorado sino más bien negro. En palabras del WCRF: “Si bien el debate continúa sobre si deberíamos preocuparnos por la acrilamida, existen pruebas sólidas de que muchos otros factores del estilo de vida tienen un impacto significativo en el riesgo de cáncer. Estos incluyen no fumar, mantener un peso saludable, evitar el alcohol y hacer suficiente actividad física” (www.wcrf.org/int/blog/articles/2017/01/burnt-toast-and-cancer-how-strong-evidence).
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