Escribí un artículo sobre la dieta cetogénica (conocida como «dieta keto») en este mismo blog el pasado 18 de julio del año pasado. Lo titulé «La dieta cetogénica está de moda. El rigor científico no«, y he ido añadiendo varias posdatas últimamente. Iba a añadir una más comentando lo que detallo más abajo, pero he pensado que mejor hago un nuevo texto sobre el tema, dado que dicha dieta sigue de moda. El caso es que gracias a mi admirado amigo Eduard Baladia he sabido de dos recientes revisiones sistemáticas de la literatura científica centradas en las grasas.

Antes de seguir, es preciso recordar que en la dieta cetogénica del 80 al 90% de las calorías provienen de las grasas, según MeSH.

Pues bien, la primera investigación, publicada el pasado 1 de junio por Lee Hooper y colaboradores, es nada menos que una revisión Cochrane (una de las mejores en el ámbito científico). Concluye que para el mantenimiento de un peso saludable conviene reducir la ingesta total de grasas en poblaciones donde la ingesta total promedio de grasas sea del 30% o más de energía. También se indica que en las poblaciones donde la ingesta media total de grasas sea inferior al 30% de la energía, las intervenciones para restringir los aumentos en la ingesta total de grasas a más del 30% de la energía pueden ayudar a evitar la obesidad.

En España, las grasas aportan aproximadamente el 42% de la energía ingerida, según el estudio ENIDE y el 39% según el estudio ANIBES. Así que, según esta nueva revisión, no deberíamos emitir mensajes a la población española para aumentar el consumo de grasas, sino todo lo contrario (Cochrane Database Syst Rev. 2020;6:CD013636. Published 2020 Jun 1.).

También ha coordinado Lee Hooper otra revisión Cochrane sobre grasas y salud, en este caso publicada el 19 de mayo de 2020. Se ha centrado en el efecto de las grasas saturadas en el riesgo cardiovascular. El estudio concluye que, en países industrializados, existen razones para disminuir el consumo de grasas saturadas con el objetivo de reducir el riesgo de eventos cardiovasculares en personas con y sin enfermedad cardiovascular.

Los autores sugieren, para reducir la ingesta de grasas saturadas, escoger lácteos desnatados (hemos hablado ampliamente sobre el tema el pediatra Carlos Casabona y yo en nuestro nuevo libro «Beber sin sed«), eliminar las grasas de la carne y reducir la ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas, como pasteles, galletas, bollería, pastelería, mantequilla, manteca, manteca de cerdo, aceite de palma, salchichas y embutidos, quesos duros, nata, helados, batidos y chocolate (Cochrane Database Syst Rev. 2020;5:CD011737. Published 2020 May 19).

En fin, que no parece muy prudente recomendar la dieta cetogénica a la población general.

Bibliografía citada:

Hooper L, Abdelhamid AS, Jimoh OF, Bunn D, Skeaff CM. Effects of total fat intake on body fatness in adults. Cochrane Database Syst Rev. 2020;6:CD013636. Published 2020 Jun 1. doi:10.1002/14651858.CD013636 https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32476140/

Hooper L, Martin N, Jimoh OF, Kirk C, Foster E, Abdelhamid AS. Reduction in saturated fat intake for cardiovascular disease. Cochrane Database Syst Rev. 2020;5:CD011737. Published 2020 May 19. doi:10.1002/14651858.CD011737.pub2 https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32428300/

 

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