Ayer hablé con Mª Carmen Juan en el programa Julia en la Onda sobre la falta de pruebas de la dieta cetogénica para prevenir o tratar la diabetes o la obesidad (1), y como no tardaron en saltar como resortes los «ketolovers», pues me he decidido a dedicar unas líneas a esta propuesta dietética.

Se entiende por dieta cetogénica aquella en la que hay muy pocos carbohidratos, gran parte de la energía proviene de las grasas (¡del 80 al 90% de la energía ingerida!) y la ingesta de proteína es moderada. Tienen más información en el MeSH. Como mi opinión sobre la actual carbofobia la tienen en el texto «Tomen pocos carbohidratos, dice Lancet. ¿Y si dijera ‘tomen pocos líquidos’?» (2), a continuación hablaré sobre la dieta cetogénica en particular.

Dieta cetogénica y cáncer

«Las dietas más famosas para afrontar el cáncer (la “dieta alcalina”, la “dieta cetogénica”, la “dieta macrobiótica”, el “régimen Gerson” o el “régimen Kelley-González”) tienen el mismo rigor científico que la existencia del ratoncito Pérez. Es decir, ninguno».

Aunque nos mostramos así de contundentes Juanjo Cáceres y yo en nuestro último libro «Dieta y cáncer» (3), somos conscientes que contra las modas dietéticas hay poco que hacer. Los argumentos de los defensores de lo absurdo suelen tener más predicamento que la cautela y la prudencia… y no digamos que la ciencia.

Poco antes de la publicación del citado libro, apareció, en mi cuenta de Facebook, un comentario (veo ahora que lo eliminó después de mi respuesta) que sugería que sería pseudocientífico no aconsejar la dieta cetogénica para el cáncer. Mi respuesta fue la que sigue:

«[La dieta cetogénica] parece prometedora, pero en la historia del cáncer ha habido muchos abordajes prometedores que no han pasado el riguroso filtro que precisa la ciencia antes de su implementación clínica. La aplicación terapéutica de la dieta cetogénica como terapia adyuvante para pacientes con cáncer requiere que se evalúe en un entorno preclínico, ya que su seguridad y eficacia depende de la entidad tumoral y de su genotipo. No es ético, en mi opinión, recomendar la dieta cetogénica para el cáncer hasta no disponer de ensayos clínicos controlados y aleatorizados que demuestren su eficacia y seguridad».

Después de mi perorata añadí esta referencia bibliográfica, que justifica mis afirmaciones(4): https://www.aging-us.com/article/101382/text

Un estudio más reciente (revisión sistemática), publicado por J. Sremanakova y colaboradores en la revista científica Journal of Human Nutrition and Dietetics, corrobora el anterior punto de vista (5): https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30062812

Es decir, no hay pruebas fiables en humanos de que la dieta cetogénica para el cáncer sea algo más que una pérdida de tiempo. Bueno, sí, puede ser algo peor que una pérdida de tiempo, como veremos a continuación.

Dieta cetogénica, diabetes tipo 2 y obesidad

Pero la dieta cetogénica no solo está de moda entre pacientes con cáncer, también lo está en personas con diabetes tipo 2 o con obesidad. ¿Irá en este caso la moda de la mano de la ciencia? No.

Tanto para la pérdida de peso como para obtener cualquier otro beneficio atribuible a la alimentación, una de las más importantes claves es la adherencia al plan de alimentación (6). Pues bien, en el estudio de J. Sremanakova y colaboradores recién citado leemos que «adherence to diet was low», es decir, la adherencia al plan dietético fue baja (5). En septiembre de 2018, Joshi Shilpa y Viswanathan Mohan también detallaron, en un texto titulado «Dietas cetogénicas: ¿bendición o perdición?«, que la dieta cetogénica no es sostenible a largo plazo (7). Me parece lógico: toda propuesta que se aleje de un plan de alimentación saludable será difícil de seguir con el paso del tiempo. Y la dieta cetogénica, además de ser muy restrictiva, se aleja de un patrón de dieta sana, como indicó en octubre de 2018 el doctor Donald Hensrud (8). ¿Qué es una alimentación saludable? La tienen perfectamente descrita en la nueva guía de alimentación de la Generalitat de Catalunya: «Pequeños cambios para comer mejor» (9).

A corto plazo sí hay estudios que muestran que se puede perder peso… pero nadie quiere perder peso y luego recuperarlo, sino más bien mantener la pérdida con el paso de los años, sin perder la salud en el intento. ¿Hay pruebas de que sea eficaz a largo plazo para la pérdida de peso? Tal y como apuntaron Clare Collins y Rebecca Williams en su texto «Do Ketogenic Diets Help You Lose Weight?» (10), «there was no long-term difference in weight loss between dietary approaches», es decir, no hay pruebas que nos hagan pensar que esta dieta sea el santo grial del adelgazamiento. Pero Collins y Williamos añaden algo más, y que coincide con lo que expusimos Juanjo Cáceres y yo en «Dieta y cáncer»: que este tipo de propuestas pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer de colon a largo plazo (10). Ahora añadimos algún riesgo más, pero antes veamos un artículo que se ha publicado este mismo lunes en la revista científica JAMA Internal Medicine.

Shivam Joshi, Robert J. Ostfeld y Michelle McMacken acaban de publicar un texto (11) que subraya lo que acabo de exponer:

«Although the ketogenic diet has garnered much attention for the dietary treatment of chronic diseases such as obesity and type 2 diabetes, the evidence supporting its use is currently limited».

O sea, no hay pruebas sólidas que nos hagan creer que esta dieta será útil para el tratamiento dietético de enfermedades crónicas como la obesidad o la diabetes tipo 2. Sí tenemos indicios de que, en palabras de los investigadores, «the diet’s potential risks are real» (los riesgos potenciales de la dieta son reales). ¿Qué riesgos citan? Tomen asiento: fatiga, debilidad, trastornos gastrointestinales, arritmias cardíacas, nefrolitiasis, estreñimiento, halitosis, calambres musculares, dolores de cabeza, diarrea, fracturas óseas, pancreatitis y múltiples deficiencias de vitaminas y minerales. No se olvidan de mencionar que las dietas bajas en carbohidratos a largo plazo se han relacionado con un mayor riesgo de mortalidad (11). Una bicoca.

Pero lo mejor del artículo de Shivam Joshi y colaboradores (11) es lo siguiente:

«Sin embargo, el mayor riesgo, de la dieta cetogénica puede ser el que más se pasa por alto: el costo de oportunidad de no consumir carbohidratos no refinados con alto contenido de fibra. Los granos integrales, las frutas y las legumbres son algunos de los alimentos que más promueven la salud en el planeta. No son responsables de las epidemias de diabetes tipo 2 o la obesidad, y evitarlos puede ser perjudicial. En una revisión sistemática y un metaanálisis de 45 estudios prospectivos, los investigadores hallaron que el consumo de granos integrales se asoció con una reducción dosis-dependiente en el riesgo de enfermedad coronaria, enfermedad cardiovascular, cáncer y mortalidad por todas las causas».

Aún así, alguien defenderá la dieta por sus efectos a corto plazo. Le respondería con una metáfora: para barrer rompiendo con la escoba los cuadros, mejor no barrer. Hay patrones dietéticos que también tienen claros beneficios para la prevención de patologías crónicas (insisto: no dejen de leer la nueva guía de la alimentación de la Generalitat de Catalunya (9)), sin que ello ponga en riesgo la salud, sino más bien lo contrario.

Dieta cetogénica y epilepsia

En ciencias de la salud, aunque un tratamiento tenga efectos adversos puede estar justificado por los beneficios que genera. Es el caso, por ejemplo, de la quimioterapia en pacientes con cáncer (caída de cabello, náuseas, etc.), y puede ser el caso de la dieta cetogénica en la epilepsia intratable o no apta para cirugía. Así lo apuntó mostró una revisión Cochrane publicada en noviembre de 2018 por Kirsty J Martin‐McGill y colaboradores (12). En todo caso, en la investigación leemos que hacen falta más estudios: hay pocos, con muestras pequeñas, hubo efectos adversos en todos ellos y se desconocen los riesgos a largo plazo. Se ha constatado, por ejemplo, que los niños que siguen una dieta cetogénica para la epilepsia refractaria podrían perder masa ósea y sufrir efectos adversos en el desarrollo de su esqueleto (13).

Por todo lo anterior, esta dieta solo está justificada en casos de epilepsia intratable o no apta para cirugía, y siempre bajo un estricto control del equipo de, como mínimo, neurología y nutrición.

Posdata 1 (22 de julio de 2019): Por una parte, soy consciente de que no es exactamente lo mismo una dieta baja en carbohidratos que una dieta cetogénica. Aunque no está claro el porcentaje de carbohidratos que las diferencia, es importante indicar que las capaces de producir cetosis suelen aportar menos del 25% de la energía a partir de carbohidratos, mientras que las dietas bajas en este nutriente habitualmente aportan menos del 50% de las calorías a partir de carbohidratos. Por otra parte, también soy consciente de la postura de la American Diabetes Association (ADA), que comento y analizo a continuación (14). Aunque la ADA apunta que no hay pruebas de utilidad de las dietas cetogénicas en pacientes con diabetes tipo 1, y aunque las desaconseja, por sus riesgos asociados, en diversas situaciones (mujeres embarazadas o durante la lactancia o en personas con trastornos alimentarios, con enfermedad renal o que tomen determinados fármacos para la diabetes), un consenso reciente de esta misma sociedad considera estas dietas como una posible opción viable en pacientes seleccionados con diabetes tipo 2, bajo un control nutricional y apoyo adecuado. Aunque se cumplan estas condiciones, no puedo estar de acuerdo con este punto de vista, máxime cuando esta misma entidad señala 1) que con estas dietas cetogénicas existen “challenges with longterm sustainability” (“retos con la sostenibilidad a largo plazo); y 2) que debemos enfatizar planes de alimentación saludables en estos pacientes (“Emphasis should be on healthful eating patterns containing nutrient-dense foods, with less focus on specific nutrients”). La ADA propone tres ejemplos de tales planes de alimentación: Dieta Mediterránea, Dieta DASH y dieta basada en alimentos de origen vegetal (como la dieta vegetariana). Así, teniendo como mínimo tres opciones saludables para abordar la diabetes tipo 2, no veo razón para considerar como una opción “viable” una propuesta sin pruebas de efectividad a largo plazo, con baja adherencia y con diversos efectos adversos. Uno de tales posibles efectos adversos es el incremento en el riesgo de mortalidad, como he citado en este texto, y como observó el metaanálisis de Sara B Seidelmann y colaboradores en septiembre de 2018 en la revista Lancet Public Health (15). La dieta cetogénica puede estar indicada, como también he indicado, en el caso de la epilepsia intratable o no apta para cirugía (insisto: siempre bajo un estricto control sanitario). Pero en este caso no tenemos otra opción, lo que puede justificar asumir los efectos adversos del enfoque dietético. En el caso de la diabetes tipo 2 o de la obesidad sí disponemos de otras propuestas, como las arriba mencionadas, que no solo no tienen efectos adversos, sino que además mejoran la salud a largo plazo.

Posdata 2 (22 de julio de 2019): Muchísimas gracias al Dr. Miguel Marcos (no dejen de seguirlo en Twitter: @drmiguelmarcos) por su ayuda en la revisión de este texto.

Posdata 3 (10 de septiembre de 2019): La prestigiosa neuropediatra María José Mas (@MasTwitts), responsable del muy recomendable blog «Neuronas en movimiento«, y autora del también recomendable libro «La aventura de tu cerebro«, ha tenido la amabilidad de revisar este texto y añadir las consideraciones que añado a continuación:

«La mayoría de niños que necesitan dieta cetógena tienen encefalopatía epiléptica y graves retrasos en el neurodesarrollo. La dieta cetógena, como sucede con el resto de tratamientos, suele ser efectiva inicialmente, pero poco después su efecto positivo disminuye. Pocos niños la mantienen años, pero si se mantiene es porque va bien. Por otra parte, se buscan proporciones dietéticas suficientes para generar cuerpos cetónicos sin eliminar del todo los carbohidratos, ya que son esenciales al desarrollo infantil. Se «prueba» hasta un máximo de 6 semanas y si no se reducen las crisis al menos en un 50%, se retira por ineficaz. En niños mayores es casi imposible de administrar por incumplimiento (es difícil de seguir)».

¡Muchísimas gracias, María José!

Posdata 4 (22 de noviembre de 2019): Acabo de leer una revisión sobre dieta cetogénica y pérdida de peso publicada en la edición de diciembre 2018 de la revista Canadian family physician por Rhonda Ting y colaboradores (16). En ella, tras evaluar varias revisiones sitemáticas, concluyen que si bien existe pérdida de peso con esta dieta, se detiene a los 5 meses, para pasar a recuperarse el peso inicial lentamente a partir de entonces. Los efectos adversos ocasionados por esta dieta son en sus palabras «comunes». Se mencionan los siguientes: estreñimiento (33%), halitosis (30%), calambres musculares (28%), dolor de cabeza, diarrea, debilidad y erupción cutánea. Asímismo, se señala que en los ensayos controlados aleatorizados disponibles no se informa sobre el control de la cetona en la orina. No se olvidan de explicar algo muy importante: «Los estudios observacionales sugieren que la ingesta baja de carbohidratos a largo plazo podría estar asociada con una mayor mortalidad». En resumen: no existen pruebas de eficacia a medio o largo plazo, tal y como he indicado en este texto, pero sí de efectos adversos, algunos potencialmente graves. En mi opinión, esta investigación se suma a los datos que nos hacen pensar que conviene (por principio de precaución) desaconsejar la dieta cetogénica, salvo en ciertos casos de epilepsia y con un estricto control multidiscilplinar, como he justificado más arriba. Fuente: Ting R, Dugré N, Allan GM, Lindblad AJ. Ketogenic diet for weight loss. Can Fam Physician. 2018 Dec;64(12):906. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30541806.

Posdata 5 (20 de diciembre de 2019): Veo que una revisión publicada en 2017 por Kosinski y Jornayvaz detalló un posible riesgo más de las dietas cetogénicas: el hígado graso no alcohólico (Rev Med Suisse. 2017 May 31;13(565):1145-1147) (17).

Posdata 6 (14 de abril de 2020): En una nueva revisión sobre el tema se indica que no hay pruebas a medio o largo plazo de la supuesta eficacia de la dieta cetogénica para adelgazar y que puede dificultar el (necesario) disfrute de alimentarse y la (también necesaria) relación saludable con la comida. Pero, y no menos importante, puede aumentar el riesgo cardiovascular. De ahí que su recomendación sea centrarnos en las llamadas «plant-based diets», porque «cuentan por ahora la mejor evidencia de ensayos clínicos epidemiológicos y aleatorizados de que son seguras y están asociadas con la reducción de varias enfermedades crónicas, incluida la enfermedad cardiovascular aterosclerótica» (Atherosclerosis. 2020 Jan;292:119-126) (18).

Posdata 7 (12 de mayo de 2020): Una investigación publicada por Joanna C. Blanco y colaboradores en noviembre de 2019 insistió en la falta de pruebas a largo plazo de la dieta cetogénica para perder peso, y remarcó la importancia de andar con pies de plomo si una persona con diabetes tipo 2 decide hacer una dieta cetogénica, dado sus efectos secundarios potencialmente peligrosos, como la acidosis metabólica aguda (Am J Case Rep. 2019 Nov 22;20:1728-1731) (19).

Posdata 8 (15 de junio de 2020): Jos M T Draaisma y colaboradores evaluaron en diciembre de 2019 el efecto de la dieta cetogénica sobre la salud ósea de niños que se ven obligados a seguirla como tratamiento para su epilepsia. Constataron que su densidad ósea disminuye paralelamente al seguimiento de la dieta cetogénica, por lo que insisten en la importancia de monitorizar la densidad ósea de estos niños, así como también la posibilidad de que padezcan cálculos renales e hipercalciuria. El estudio nos hace pensar en la falta de seguridad para la salud ósea de este planteamiento dietético en población general (en niños con epilepsia puede estar indicada la dieta, como he señalado más arriba, siempre mediante un equipo multidisciplinar y con un seguimiento estrecho y calibrando riesgos y beneficios). (Neuropediatrics. 2019 Dec;50(6):353-358) (20).

Posdata 9 (15 de junio de 2020): Dos nuevas revisiones sistemáticas han concluido que el mensaje que debemos transmitir a la población con respecto a las grasas y su papel en la obesidad y en el riesgo cardiovascular debe ser el de reducir su ingesta, no el de aumentarlo. Lo he ampliado en el texto «Las grasas de la dieta keto versus la salud de quien la sigue«.

Posdata 10 (23 de junio de 2020). Acabo de acceder a una revisión sistemática titulada «Impacts of carbohydrate‐restricted diets on micronutrientintakes and status«, coordinada por Chaitong Churuangsuk. Nos insiste en que no hay pruebas que nos permitan afirmar que variar la cantidad de carbohidratos sea útil para la obesidad o para el control de la diabetes. Pero añade algo importante: las dietas pobres en carbohidratos (se incluye a la dieta cetogénica) pueden asociarse a bajas ingestas (y por tanto bajo estatus) de vitaminas y minerales (21).

Posdata 11 (29 de junio de 2020). No dejéis de leer este extenso y muy bien justificado texto, redactado por mi amigo Nico Haros (nutricionista): «Dieta cetogénica para perder grasa: lo que debes saber antes de lanzarte«.
(¡Enhorabuena y gracias por la mención!),

Posdata 12 (24 de septiembre de 2020). Quien quiera reducir su riesgo de sufrir enfermedades crónicas debe tomar más (no menos) carbohidratos, siempre que vengan de alimentos de origen vegetal poco procesados, según esta revisión de la doctora Rita Rubin en JAMA (22).

Posdata 13 (22 de diciembre de 2020). Una dieta cetogénica baja en carbohidratos y rica en grasas perjudicó el rendimiento deportivo en atletas de élite de marcha atlética, según un estudio de la doctora Louise Burke y colaboradores (23). Estudios más recientes, como el de Caitlin P. Bailey y Erin Hennessy (junio de 2020) (24), o el de Amy-Lee Bowler y Remco Polman (septiembre de 2020) (25), apuntan que no está justificado pautar dietas cetogénicas en atletas.

Posdata 14 (16 de marzo de 2021). Gracias a un tuit del doctor Barlos Bassante he sabido de una investigación que constató que la dieta cetogénica en atletas puede dañar su salud ósea, incluso con un seguimiento de la dieta a corto plazo (26). He dedicado una entrada a esta cuestión en el texto «Dieta cetogénica y salud ósea en atletas»: https://juliobasulto.com/cetogenica_salud_osea/

Posdata 15 (27 de mayo de 2021): Ya-Feng Yang  y colaboradores acaban de publicar una revisión sistemática y metanálisis de ensayos controlados y aleatorizados que hayan evaluado el papel de la dieta cetogénica en el tratamiento del cáncer, para concluir que «No hubo pruebas suficientes para respaldar los efectos beneficiosos de las dietas cetogénicas bajas en carbohidratos en la terapia antitumoral» (There was inadequate evidence to support the beneficial effects of LCKDs on antitumor therapy) (27). Fuente: Yang YF, Mattamel PB, Joseph T, Huang J, Chen Q, Akinwunmi BO, Zhang CJP, Ming WK. Efficacy of Low-Carbohydrate Ketogenic Diet as an Adjuvant Cancer Therapy: A Systematic Review and Meta-Analysis of Randomized Controlled Trials. Nutrients. 2021 Apr 21;13(5):1388. Disponible en: www.pubmed.gov/33918992. He compartido el dato en mi cuenta de Twitter:

 

Posdata 16 (2 de septiembre de 2021). Una investigación de Melek Ece Öngel y colaboradores ha observado una menor esperanza de vida en hombres que siguen una dieta cetogénica (la esperanza de vida es mayor si siguen una dieta vegetariana) (28). Melek Ece Öngel et al. Clin Nutr. 2021 Mar;40(3):1186-1191. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32807581/

Posdata 17 (6 de octubre de 2022). Como veo que el interés por la (dichosa) dieta cetogénica no cae (ver gráfica, debajo de estas palabras),  me he decidido a añadir una nueva posdata con varios datos relevantes.

Por una parte, tal y como justifiqué en diciembre de 2021 en el texto «12 antiglamurosos riesgos de las dietas antiaging«, la dieta cetogénica, que es una de las que alardea (sin pruebas fiables) de ser «antiaging», se relaciona con diversos riesgos, tales como pérdida de libido, disfunción sexual, fatiga crónica… y un largo etcétera.

Por otra parte, traigo cuatro tuits (con sus respectivas referencias bibliográficas) que guardan relación con lo aquí descrito.

El primer tuit lo compartió en su cuenta de Twitter, en junio de 2021, mi amigo y admirado Juan Revenga, nutricionista y biólogo. Citó un estudio que muestra que quienes informaron seguir «dietas bajas en carbohidratos y altas en proteínas» tenían mayores probabilidades de COVID-19 de moderado a grave (29).

El segundo, aunque parece no tener relación con la dieta cetogénica, tiene sentido porque esta dieta se suele traducir (no tanto en los estudios de intervención, sino en el mundo real) en un elevado consumo de carne. Y eso es algo que aumenta el riesgo de diversos tipos de cáncer (30).

El tercer tuit lo comparto porque, como he justificado más arriba, la dieta cetogénica es baja en carbohidratos. Pero, como demuestra el portal Nutrimedia, no ha demostrado ser más útil en la pérdida de peso que una dieta saludable (por tanto, tiene sentido seguir la dieta saludable, que no presenta los efectos adversos de las dietas bajas en carbohidratos) (31).

Y el cuarto y último tuit trata de algo de lo que también he hablado en esta entrada: la falta de pruebas de la supuesta utilidad de la dieta cetogénica para tratar el cáncer. El estudio citado es nada menos que una revisión sistemática con metaanálisis de ensayos controlados y aleatorizados (32).

1.

2.

3.

4.

Posdata 18 (7 de marzo de 2023). Gracias a un aviso de la cuenta de Instagram @mappashe.co he sabido de un estudio  recién presentado en la Sesión Científica Anual del American College of Cardiology (@ACCinTouch) que apunta que la dieta cetogénica podría duplicar los eventos cardiovasculares. Según la autora principal del estudio, la doctora Iulia Iatan (@iuliaiatan), el dato no es trivial, dado que aproximadamente 1 de cada 5 estadounidenses siguen una dieta baja en carbohidratos, casi cetogénica o cetogénica completa. Fuente: Nicole Napoli (@accintouch). ‘Keto-Like’ Diet May Be Linked to Higher Risk of Heart Disease, Cardiac Events. 5 de marzo de 2023. https://www.acc.org/About-ACC/Press-Releases/2023/03/05/15/07/Keto-Like-Diet-May-Be-Linked-to-Higher-Risk

Posdata 19 (8 de junio de 2023). La American Society For Preventive Cardiology desaconseja la dieta cetogénica, entre otras razones, porque “los patrones dietéticos bajos en carbohidratos pueden limitar el consumo de alimentos saludables, como frutas, granos enteros sin refinar y legumbres” (Am J Prev Cardiol. 2022 Mar 2;10:100323).

Posdata 20 (8 de junio de 2023). Tal y como justificaron Lee Crosby y colaboradores en la revista científica Frontiers in Nutrition, los riesgos de las dietas cetogénicas son mayores que sus beneficios (Front Nutr. 2021 Jul 16;8:702802).

Posdata 21 (8 de junio de 2023). En septiembre de 2021, Matthew J Landry y colaboradores concluyeron que «hasta la fecha, no se ha realizado ningún estudio a largo plazo que haya evaluado si las dietas bajas en carbohidratos pueden prevenir la diabetes tipo 2» (Curr Obes Rep. 2021 Sep;10(3):409-422).

Posdata 22 (8 de junio de 2023): Una reciente revisión de metanálisis de ensayos clínicos aleatorizados ha concluido que los beneficios a corto plazo de la dieta cetogénica “pueden resultar difíciles de mantener a largo plazo debido a los desafíos en la adherencia”, que genera pérdidas de masa muscular y aumento del colesterol LDL y colesterol total («was negatively associated with reduced muscle mass and increased LDL-C and total cholesterol») y que hacen falta ensayos clínicos con seguimiento a largo plazo para investigar si los supuestos beneficios corto plazo de esta dieta son superiores a sus efectos adversos, y si tales beneficios se mantendrán a largo plazo (BMC Med. 2023 May 25;21(1):196).

Bibliografía citada:

1.- Julia en la Onda. «¿Es malo comer fruta por la noche? Desmontamos los mitos alimentarios del verano». 17/7/2019. Disponible en: https://www.ondacero.es/programas/julia-en-la-onda/audios-podcast/entrevistas/julio-basulto-lechuga-mala-mitos-verano_201907175d2f3a860cf224817702718b.html

2.- Basulto J. Tomen pocos carbohidratos, dice Lancet. ¿Y si dijera “tomen pocos líquidos”? 6/9/2019. Disponible en: https://juliobasulto.com/tomen-carbohidratos-dice-lancet-dijera-tomen-liquidos/

3.- Basulto J, Cáceres J. Dieta y Cáncer. Madrid: MR Ediciones, 2019. Más información: https://juliobasulto.com/dieta-y-cancer/

4.- Weber DD, Aminazdeh-Gohari S, Kofler B.Ketogenic diet in cancer therapy. Aging (Albany NY). 2018 Feb 11;10(2):164-165. doi: 10.18632/aging.101382. Disponible en: https://www.aging-us.com/article/101382/text

5.- Sremanakova J, Sowerbutts AM, Burden S.A systematic review of the use of ketogenic diets in adult patients with cancer.J Hum Nutr Diet. 2018 Dec;31(6):793-802. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30062812

6. – Heymsfield SB, Harp JB, Reitman ML, Beetsch JW, Schoeller DA, Erondu N, Pietrobelli A. Why do obese patients not lose more weight when treated with low-calorie diets? A mechanistic perspective. Am J Clin Nutr. 2007 Feb;85(2):346-54. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17284728

7.- Shilpa J, Mohan V. Ketogenic diets: Boon or bane? Indian J Med Res. 2018 Sep;148(3):251-253. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6251269/

8.- Roth I. Mayo Clinic Minute: Why the keto diet is more hype than help for most people. 17/10/2019. Disponible en: https://newsnetwork.mayoclinic.org/discussion/mayo-clinic-minute-why-the-keto-diet-is-more-hype-than-help-for-most-people/

9.- Agencia de Salud Pública de Cataluña. Pequeños cambios para comer mejor.Barcelona: editado por la Agencia de Salud Pública de Cataluña, 2019.. Disponible en: http://salutpublica.gencat.cat/web/.content/minisite/aspcat/promocio_salut/alimentacio_saludable/02Publicacions/pub_alim_salu_tothom/Petits-canvis/La-guia-peq-cambios-castella.pdf

10.- Collins C, Williams R. Do Ketogenic Diets Help You Lose Weight?. ConscienHealth. 11/3/2018. Disponible en: https://conscienhealth.org/2018/03/do-ketogenic-diets-help-you-lose-weight/

11.- Joshi S, Ostfeld RJ, McMacken M.The Ketogenic Diet for Obesity and Diabetes-Enthusiasm Outpaces Evidence.JAMA Intern Med. 2019 Jul 15. doi: 10.1001/jamainternmed.2019.2633. [Epub ahead of print]. Disponible en: https://jamanetwork.com/journals/jamainternalmedicine/fullarticle/2737919

12.- Martin-McGill KJ, Jackson CF, Bresnahan R, Levy RG, Cooper PN. Ketogenic diets for drug-resistant epilepsy.Cochrane Database Syst Rev. 2018 Nov 7;11:CD001903. Disponible en: https://www.cochranelibrary.com/cdsr/doi/10.1002/14651858.CD001903.pub4/full

13.- Simm PJ, Bicknell-Royle J, Lawrie J, Nation J, Draffin K, Stewart KG, Cameron FJ, Scheffer IE, Mackay MT. The effect of the ketogenic diet on the developing skeleton. Epilepsy Res. 2017 Oct;136:62-66. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28778055

14.- American Diabetes Association. Standards of Medical Care in Diabetes-2019. Diabetes Care. 2019 Jan;42(Suppl 1). Disponible en: https://care.diabetesjournals.org/content/diacare/suppl/2018/12/17/42.Supplement_1.DC1/DC_42_S1_2019_UPDATED.pdf

15.- Seidelmann SB, Claggett B, Cheng S, Henglin M, Shah A, Steffen LM, Folsom AR, Rimm EB, Willett WC, Solomon SD. Dietary carbohydrate intake and mortality: a prospective cohort study and meta-analysis. Lancet Public Health. 2018 Sep;3(9):e419-e428. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6339822/

16.- Ting R, Dugré N, Allan GM, Lindblad AJ. Ketogenic diet for weight loss. Can Fam Physician. 2018 Dec;64(12):906. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30541806.

17.- Kosinski C, Jornayvaz FR.[Ketogenic diets : the miraculous solution ?] Rev Med Suisse. 2017 May 31;13(565):1145-1147. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28639757

18.- O’Neill B, Raggi P. The ketogenic diet: Pros and cons. Atherosclerosis. 2020 Jan;292:119-126. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/31805451

19.- Blanco JC, Khatri A, Kifayat A, Cho R, Aronow WS. Starvation Ketoacidosis due to the Ketogenic Diet and Prolonged Fasting – A Possibly Dangerous Diet Trend. Am J Case Rep. 2019 Nov 22;20:1728-1731. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/31756175

20.- Draaisma JMT, Hampsink BM, Janssen M, van Houdt NBM, Linders ETAM, Willemsen MA. The Ketogenic Diet and Its Effect on Bone Mineral Density: A Retrospective Observational Cohort Study. Neuropediatrics. 2019;50(6):353-358. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31398763/

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