Gracias a la doctora Karina Cuiñas he sabido de un recién publicado documento de la American Gastroenterological Association (AGA) sobre este tema (Gastroenterology. 2020 Aug;159(2):697-705).
Karina lo ha resumido magistralmente en su cuenta de Instagram.
¡Muchas gracias, Karina! Lo intento resumir, en todo caso. La AGA desaconseja el uso de probióticos para la mayoría de afecciones digestivas . Citan, por ejemplo, la falta de pruebas de utilidad de los probióticos en niños norteamericanos con gastroenteritis aguda (en niños de otros países hay estudios que muestran beneficios en niños y adultos, pero no se sabe qué cepa recomendar a cada grupo de pacientes). Tampoco hay pruebas de utilidad en niños que acuden a urgencias con diarrea, como tampoco las hay para tratar la infección por Clostridium difficile, la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa o el Síndrome del Intestino Irritable. Para estas afecciones, AGA sugiere que los pacientes consideren suspender los probióticos, ya que existen costos asociados y no hay evidencia suficiente que sugiera la ausencia de daño.Vamos, que el balance riesgo/beneficio se decanta hacia el riesgo. Las pocas excepciones en las que los probióticos podrían ser útiles son:
- en bebés prematuros (nacidos antes de las 37 semanas), con bajo peso al nacer (<2500 g), ciertas cepas específicas de probióticos pueden prevenir la mortalidad y la enterocolitis necrotizante, reducir el número de días necesarios para alcanzar una alimentación completa y disminuir la duración de la hospitalización.
- en la prevención de la infección por C. difficile en adultos y niños que toman antibióticos, y para el manejo de la pouchitis (o reservoritis) también se deben considerar ciertos probióticos.
Hablé de los probióticos en el texto: «Probióticos: ¿puede ser saludable una bacteria? (texto)«.
Fuente: Su GL, Ko CW, Bercik P, et al. AGA Clinical Practice Guidelines on the Role of Probiotics in the Management of Gastrointestinal Disorders. Gastroenterology. 2020;159(2):697-705. En línea: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32531291/
Posdata (14 de mayo de 2021): acabo de publicar un nuevo texto sobre probióticos, titulado «No tomes probióticos en el embarazo«.
Posdata 2 (25 de septiembre de 2023): el pasado mes de julio publiqué el texto «Nuevas razones para dudar de la santidad de los probióticos«.
Posdata 3 (25 de septiembre de 2023): el pasado 19 de agosto publiqué un texto relacionado con esta cuestión, titulado «5 patrañas sobre el microbioma«.
Posdata 4 (1 de diciembre de 2023): Una nueva revisión acaba de constatar que no hay investigaciones rigurosas que respalden la idea de que existen vínculos entre la microbiota intestinal y el exceso de peso corporal, como detallé en el texto «¿Probióticos para la obesidad? Beneficios dudosos, riesgos posibles«. Este trabajo cuestiona el conocido mantra “la microbiota intestinal es un factor causal de la obesidad”. Y es que después de dicho mantra suelen venir las promesas de curación. ¿Cómo? Pues por ejemplo encasquetándonos carísimos probióticos supuestamente sanadores. Pero la magia no existe en salud pública. Como expliqué en 2017, «Las promesas de adelgazamiento sin esfuerzo se convierten en ceniza […] cuando se someten a la abrasadora mirada de la ciencia». También indiqué que el resultado de confiar en esa supuesta magia es «en el mejor de los casos, el fracaso. En el peor de los casos, aparecen peligrosas sensaciones de culpabilidad y otros efectos adversos» (¿Probióticos para la obesidad? Beneficios dudosos, riesgos posibles«). Volviendo al nuevo estudio, nadie dice que se deba dejar de investigar la relación microbiota-obesidad. Pero sí debemos saber que quien nos prometa que la microbiota es la clave para detener la obesidad nos está mintiendo. Fuente: Dalby MJ. Questioning the foundations of the gut microbiota and obesity. Philos Trans R Soc Lond B Biol Sci. 2023 Oct 23;378(1888):20220221.
Posdata 5 (19 de agosto de 2024): Una revisión sistemática acaba de evaluar la eficacia y seguridad de las terapias basadas en la microbiota intestinal (eso incluye la utilización de probióticos) en las enfermedades autoinmunes y reumáticas (Zeng L et al. BMC Med. 2024 Mar 13;22(1):110). La conclusión que podemos extraer de dicha revisión es, tal y como resume el doctor Edzard Ernst en su post «Efficacy of gut microbiota-based therapies in autoimmune diseases«, que hay que tomar con cautela cualquier promesa sobre su supuesta eficacia.
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