Aunque soy consciente de que «Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda» (Jean de La Fontaine), voy a dedicar un poco de mi limitado cerebro a intentar poner un poco de sentido común a la dichosa moda de tomar ashwagandha como quien traga una poción mágica.
Ashwagandha es el nombre en sánscrito de la bufera (Withania somnifera), también conocida como ginseng indio, oroval, orval o hierba mora mayor y usada en el ayurveda, el sistema médico tradicional de la India… cuyas pruebas de eficacia para tratar enfermedades son inconcluyentes y que puede generar serios efectos adversos (más información en este texto de Edzard Ernst).
El caso es que nos venden la moto de que esta hierba es lo más de lo más para reducir el estrés y la ansiedad, mejorar el sueño, aumentar la energía y vitalidad, mejorar el rendimiento físico, bajar la tensión arterial, apoyar la función cognitiva y la memoria, aumentar la testosterona y la fertilidad masculina, mejorar los síntomas de la menopausia, regular de la glucosa en sangre, reducir la inflamación, fortalecer el sistema inmunitario, mejorar eel estado de ánimo y la concentración… Si buscamos un poco, seguro que encontramos una web en la que nos perjuran que ordena el armario de la cocina y consigue plaza de aparcamiento en hora punta.
¿Qué dice la ciencia? Que nones. Que es todo pura invención. O, dicho con palabras más doctas (tomadas de una investigación de lo más serio), «No existe evidencia concluyente de ensayos rigurosos, metodológicamente sólidos, bien diseñados, validados y replicados [para ninguno de esos supuestos beneficios]» («Conclusive evidence from rigorous, methodologically sound, well-designed, validated, and replicated trials does not exist») (Hepatol Commun. 2023 Sep 27;7(10):e0270).
En la investigación leemos que lo que sí es real y tangible es el posible daño hepático (aquí más información). Es algo que reconoce el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos: «podría causar problemas hepáticos y afectar al funcionamiento de la glándula tiroidea».
Lo de la glándula tiroidea es tan grave que Dinamarca prohibió la ashwagandha hace un par de años por sus efectos negativos sobre las hormonas tiroideas… y también porque podría alterar negativamente las hormonas sexuales, además de inducir abortos. Ah, y añadió que «no hay dosis segura». Feo, muy feo.
Incluso se han reportado, como detalló Juan Camilo Mesa en su cuenta de X, síntomas de abstinencia semejantes a los presentados al dejar el alcohol (Hepatol Commun. 2023 Sep 27;7(10):e0270). Un chollo.
Pero no se vayan todavía, aún hay más. Porque el consumo de ashwagandha puede provocar distonía de inicio agudo (contracciones musculares involuntarias y sostenidas que provocan posturas anormales o movimientos bruscos) (Cureus. 2025 Jul 31;17(7):e89104). Comenta aquí dicho estudio Edzard Ernst, quien nos invita de paso a ser incrédulos ante la idea de que su larga tradición de uso o su «naturalidad» signifiquen que sea inocua. Porque no lo es.
En resumen: ¿te subirías a un avión cuyo motor no está claro si funciona bien y del que se sospecha que no es capaz de aterrizar? O, en el caso de la ashwagandha, ¿te tomarías una hierba de la que no sabemos su utilidad pero sí sabemos que puede dañar tu salud?
Nota: acabo de subir un breve vídeo a mi canal de YouTube resumiendo lo anterior:
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