Un estudio de Ana Teijeiro y colaboradores acaba de constatar que más de cuatro de cada diez estudiantes españoles de entre 14 y 18 años consume bebidas «energéticas» y que su consumo va en claro aumento. El incremento es más notable, por cierto, en las chicas de entre 14 y 15 años, probablemente por una mayor exposición, y quizás una mayor susceptibilidad, a la publicidad de estas bebidas. Son unos datos la mar de preocupantes, dados los indiscutibles daños que producen estas bebidas a la salud poblacional.
Como siempre sucede en estos casos, las variables socioeconómicas, especialmente las relacionadas con el nivel educativo, se citan como un factor crítico a la hora de influir en tanto en un peor estilo de vida (tomar estas bebidas es un buen marcador de un mal estilo de vida) como en una menor conciencia de los riesgos asociados.
Sea como sea, lo interesante del estudio viene cuando, en el apartado «Discusión», se comenta el caso de Canadá. Dicho país impuso en 2012 una serie de cambios regulatorios para estas bebidas, tales como exigir a los fabricantes cumplir con los límites de cafeína, restringir su comercialización y obligarles a incluir advertencias de riesgo para la salud. ¿Sirvió de algo? Pues sí: se constató una disminución «significativa» en el consumo de estos mejunjes. En palabras de Teijeira y su equipo:
«Estos hallazgos subrayan la efectividad de los cambios legislativos como una herramienta valiosa para promover reducciones en el consumo de tales bebidas entre los jóvenes».
Pero no hace falta que nos vayamos a Canadá: varios países europeos, como Lituania, Letonia, Noruega y Polonia, también han implementado restricciones similares, con similar éxito. De ahí que en este nuevo trabajo leamos:
«España debería considerar seriamente la implementación de medidas legislativas similares para proteger a su propia población juvenil».
No puedo estar más de acuerdo, como justifiqué hace ya dos años en el artículo «Se puede (y conviene) prohibir la venta de bebidas «energéticas» a menores de edad«. Por eso propongo cortar las alas al Red Bull. Y quien dice Red Bull dice Burn, dice Monster o dice cualquiera de las otras muchas (demasiadas) marcas que venden estos brebajes.
Más información tanto en mi libro «Come mierda» como en los diferentes textos que he escrito en este mismo blog sobre estas bebidas: https://juliobasulto.com/tag/bebidas-energeticas/
Fuente: Ana Teijeiro, Mónica Pérez-Ríos, Guadalupe García, Lucia Martin-Gisbert, Cristina Candal-Pedreira, Julia Rey-Brandariz, Carla Guerra-Tort, Leonor Varela-Lema, Nerea Mourino. Consumption of energy drinks among youth in Spain: trends and characteristics. Eur J Pediatr. 2025 May 27;184(6):365.
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