Comparto por aquí el breve discurso (me invitaron los alumnos [gràcies de nou!]) previo al acto de entrega de los diplomas de los graduados en Nutrición Humana y Dietética (curso 2018-2019) de la Universitat de Vic, en la que trabajo como docente.

El acto tuvo lugar el viernes 14 de junio de 2019 a las 11:30 en el teatro auditorio l’Atlàntida (Vic, Barcelona).

Tuve un lapsus en el minuto 7:30: en vez de «10 años» debería haber dicho «16 años».

Podéis acceder al vídeo (con subtítulos), o bien haciendo clic en la imagen que aparece debajo de estas líneas o bien siguiendo este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=EtLu7hJBxEo&list=PLDMCnyITLQnyxpBQot4BGsM5pWTLlYoZe

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Transcribo a continuación mi discurso:

“Dame seis horas para cortar un árbol y pasaré las primeras cuatro afilando el hacha”.

La meva més sincera enhorabona per la vostra flamant graduació. I moltíssimes gràcies per convidar-me. Jo parlaré en castellà, si no us sap greu, perquè m’expresso millor així.

Os tengo que transmitir un dato algo decepcionante: me cuesta mucho llegar a final de mes. Lo digo porque si alguien quiere tomarme como referente por mi patrimonio, tengo que decirle que se ha equivocado de modelo. No tengo mucho dinero, pero, además de tener tres fantásticas hijas y una maravillosa pareja, también tengo cerca, muy cerca, gente que no se vende por dinero. Y, por tanto, no hay dinero que la compre. Lo que significa que importan más que cualquier posesión material, así que, visto así, tengo en mi haber una gran fortuna. No de euros, sino de algo más preciado: valores.

Volvamos a la frase de Abraham Lincoln: “Dame seis horas para cortar un árbol y pasaré las primeras cuatro afilando el hacha”. Refleja muy bien la actitud que conviene tener en la vida, tanto en lo personal como, desde luego, en lo profesional. Ese árbol puede ser esta carrera que acabáis de aprobar, el trabajo que anheláis o también, por qué no, el amor de tu vida.

Os invito a seguir afilando siempre el “hacha” de vuestras aspiraciones y anhelos más profundos. Eso significa dudar, preguntar, ser escépticos, ser críticos, pero también estudiar para adquirir criterio e intentarnos mejorar cada día.

Uno de mis anhelos, como supongo que sabéis, es que la población se alimente de forma más saludable. ¿Por qué? Por motivos éticos, por motivos medioambientales… y también por motivos de salud. Según el European Health Network, la primera causa de las enfermedades cardiovasculares son aspectos dietético-nutricionales modificables. Como las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad en nuestro país, no estamos en absoluto ante un asunto trivial. Solo con este dato ya queda clara la importancia de los nutricionistas… pero también del resto de profesionales sanitarios.

Porque las enfermedades cardiovasculares junto con otras enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes tipo 2 o las enfermedades respiratorias, entre otras, supusieron en 2016 el 91% de los fallecimientos en España, acaparando un 80% del gasto público. En España tenemos una gran esperanza de vida, es cierto: vivimos hasta los aproximadamente 85 años. Pero de los 65 en adelante la mayoría de los españoles viven en un cuerpo achacoso (con “comorbilidades”), es decir, tienen esperanza de vida, pero no calidad de vida. Yo no quiero vivir mucho, quiero vivir bien.

Modificar esta situación, además de implementar mejoras en la detección, el cribado, el tratamiento o los cuidados paliativos, requiere importantes cambios políticos, que no estarán al alcance de la mayoría de nosotros. Pero también requiere de buenos profesionales sanitarios y de buenos ciudadanos dispuestos a dar algo fundamental: un buen ejemplo.

Nosotros tenemos la obligación moral de ser un modelo a seguir. ¿Os imagináis a un jardinero que tuviese su jardín hecho un desastre, o a un peluquero con el pelo sucio? Pues tampoco a un profesional sanitario siguiendo un mal estilo de vida. Por favor, huid a la carrera del Sedentarismo, disminuid al máximo vuestro consumo de Alcohol, intentad dar Lactancia materna a vuestros hijos, pedid ayuda para dejar el Tabaco, si es que fumáis, alejaos de una Alimentación malsana y rechazad las Relaciones dañinas. Es decir, SALTAR.

Ser un modelo a seguir nos hace más creíbles. Aunque también convierte en más eficaz nuestro mensaje si tenemos alegría. Porque no queremos que la gente siga un buen estilo de vida, sino que quiera seguirlo, de igual manera que no quiero hablaros ahora mismo, sino que quiero que os apetezca escucharme. Y nadie querrá seguir un buen estilo de vida si no es con alegría. Pero la alegría es esquiva y escurridiza. Como dijo Tim Minchin “La felicidad es como un orgasmo: si piensas mucho en él, se va». Yo creo que hay que buscar la felicidad, pero sin obsesionarnos en encontrarla. Es decir, tenemos que construirla sin importar la forma final del “edificio”, disfrutando de la progresión y de los pequeños logros.

Dicho esto, traigo diez consejos, por si os sirven para construir esa historia interminable llamada felicidad. Tienen el mismo rigor científico que el cuento de caperucita roja, así que no os los toméis demasiado en serio.

  1. Sed generosos. Compartir, felicitar y agradecer es gratis. Con el tiempo uno comprende que cuanto más da, más tiene. Como mínimo, adquiere la habilidad de dar, que es muy valiosa.
  2. Sed respetuosos. Con todo el mundo. Ser educados y respetuosos abre más puertas que una ganzúa.
  3. Sed también respetuosos con vosotros mismos. Huid de prepotentes, psicópatas, sádicos o maquiavélicos, aunque sea vuestro jefe, pareja o padre. Vais a tener problemas para que os respeten, seguro. Pero incluso así, sed respetuosos, sea con quien sea (personal de la limpieza, decano de la facultad) sed respetables (haced bien, muy bien vuestro trabajo) pero no toméis como normal que os falten al respeto Yo me he pasado la vida escuchando “te vas a quedar solo” porque tengo por norma dimitir de cargos, abandonar reuniones y colgar el teléfono ante la más mínima falta de respeto. Y lo cierto es que estoy muy muy muy bien acompañado. La prueba es Olga, mi fascinante y admirable pareja. Hoy, por cierto, hace 16 años que nos dimos nuestro primer beso, y seguimos enamorados como dos irresponsables. Gracias, Olga, te amo.
  4. Sed empáticos. Nadie nace sabiendo.
  5. Rectificad y pedid disculpas todas las veces que haga falta.
  6. Sed humiles. Por más títulos que haya detrás de vuestro nombre siempre encontraréis a una persona que, con o sin cargos académicos, tenga más sabiduría que vosotros de algo, y agradeceréis que os trate sin arrogancia.
  7. Asumid que vais a caer mal a mucha gente penséis lo que penséis, digáis lo que digáis o hagáis lo que hagáis. Seguro que en esta misma sala hay quien piensa que soy un arrogante, un engreído, un negligente, un intolerante o, sobre todo, un extremista, un talibán o un radical. Por mi parte, yo me conformo con caer bien a Olga y a mis hijas. Creo que vale la pena escoger a quién queremos complacer y a quién no.
  8. Tómate muy en serio tu trabajo, sea el que sea. No hay diferencia entre el Julio Basulto cartero (fui funcionario de correos durante 10 años) y el Julio Basulto nutricionista. Siempre intenté entregar cada carta correctamente, y algo similar he hecho en estos años con asignaturas, pacientes, trabajos, informes, artículos, investigaciones, libros o entrevistas.
  9. No tengáis miedo a fracasar. De hecho, no lo llaméis fracaso, llamadlo bagaje.
  10. Sonreíd y reíd. Cuando ya no estemos aquí, el mejor regalo que podemos dejar al mundo es que nos recuerden sonriendo.

Hace cosa de un año, en el metro de Barcelona, una mujer se me acercó justo en el momento en el que se iban a cerrar las puertas, me dijo “Gracias”, y se marchó. Es uno de esos enormes regalos que recibimos de vez en cuando quienes no buscamos dinero, fama o reconocimiento, sino mejorar el mundo. O, como mínimo, dejarlo como el lavabo: como te gustó encontrártelo al entrar. Así que, para finalizar, nos invito a todas y a todos (y eso me incluye a mí mismo) a ser merecedores de un regalo tan simple, pero tan poderoso y valioso como un simple “gracias”.

Muchas gracias.

 

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