Gracias a un aviso de la doctora Celia Alba, he sabido de una interesantísima investigación cuya conclusión, aunque no sorprende, es muy relevante para la protección de la salud pública.

El estudio, de la doctora Karen A Evans-Reeves y sus colaboradores, ha constatado que los científicos que investigan los efectos del tabaco, del alcohol y de los «alimentos» ultraprocesados ​​suelen ser objeto de intimidación y de otras tácticas diseñadas tanto para disuadirlos de continuar con su trabajo como para desacreditarlos.

Pero Evans-Reeves y su equipo no sólo hablan de intimidación, también detallan la existencia de vigilancia, amenazas de violencia, robo, soborno y ciberataques.

Dichos abusos, desmanes y atropellos los perpetran, como no podía ser de otra manera, las llamadas «Unhealthy commodity industries» (industrias de materias primas nocivas) o sea, las que fabrican y venden alcohol, tabaco y ultraprocesados. Que bien podríamos denominar «industrias de lo malsano».

He comentado que nada de esto sorprende, por desgracia. Así, en mi libro «Come mierda» hablé de la “captura corporativa de la salud pública” (o “captura del regulador”), que persigue, con uñas y dientes, retrasar o bloquear medidas de que beneficiarían a la población pero que perjudicarían a la industria de lo malsano. Sobre todo si las medidas funcionan. Detallé unas cuantas de esas medidas regulatorias, como la prohibición de cierto marketing, los impuestos a lo malsano, el etiquetado frontal riguroso, la reducción en los niveles de azúcar y sal, etcétera.

¿Y qué tiene que ver lo anterior con el interés de las industrias de materias primas nocivas en amargar la vida de ciertos investigadores? Pues porque el objetivo último de estas industrias es frustrar, retrasar y diluir las regulaciones que amenacen su pingüe negocio. Regulaciones que tomarán como base los trabajos científicos que publican quienes investigan alcohol, tabaco o ultraprocesados… y cuyas conclusiones suelen ser que tales regulaciones funcionan. Es decir, se traducen en un menor consumo de productos malsanos (y, por tanto, en una disminución en las arcas de sus fabricantes).

Muerto el perro, se acabó la rabia, y muerto el investigador, se acabó la quiebra. Desolador.

Fuente: Evans-Reeves KA, Matthes BK, Chamberlain P, Paichadze N, Gilmore AB, Mialon M. Intimidation against advocates and researchers in the tobacco, alcohol and ultra-processed food spaces: a review. Health Promot Int. 2024 Dec 1;39(6):daae153. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC11579607/

Hay un interesante editorial en BMJ que comenta este estudio: O’Dowd A. Researchers in alcohol, tobacco, and processed food are being threatened, intimidated, and discredited. BMJ. 2024 Nov 25;387:q2644.  https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/39586614/

Posdata (22 de febrero de 2025): ¿Por qué la etiqueta de las bebidas alcohólicas no indica que cualquier dosis y tipo de alcohol puede causar cáncer? ¡Esa medida reduce un 7% su consumo! Porque el lobby del alcohol frustra, retrasa y diluye cualquier regulación que amenace sus ventas. Fuente: Rita Rubin. Drinking Alcohol Causes Certain Cancers, So Why Don’t Labels Warn About That? JAMA. 2025 Feb 7. Epub ahead of print (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/39918835/).

 

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