Las patatas tienen un índice y una carga glucémica relativamente altos (hablé del tema en «¿Dieta del Índice Glucémico?» -ojo a las posdatas-), así que, supuestamente, su consumo podría aumentar el riesgo de padecer diabetes tipo 2 y obesidad. En breve explico ese «supuestamente». Mientras tanto quiero comentar tres investigaciones.

La primera, publicada en 2014, consistió en un ensayo controlado y aleatorizado que no halló pruebas de que las patatas, cuando se preparan de manera saludable, contribuyan al aumento de peso. De hecho, constató que pueden perfectamente formar parte de un programa de pérdida de peso (Randolph JM et al. J Am Coll Nutr. 2014;33(5):375-84). Hablé sobre la relación entre índice glucémico y obesidad el año pasado, en el texto «¿«Dieta del Índice Glucémico» para la obesidad? Sin pruebas«, que podríamos resumir en que según una reciente revisión Cochrane no hay pruebas de que seguir una dieta de bajo índice glucémico y baja carga glucémica genere una pérdida de peso mayor que dietas de mayor índice glucémico o carga glucémica… o que cualquier otra dieta.

La segunda investigación consistió en una revisión sistemática de estudios tanto observacionales como de intervención, publicada dos años después, en 2016. No halló pruebas convincentes que sugieran una asociación entre el consumo de patatas y el riesgo de de obesidad, diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares. Las patatas fritas sí podrían estar asociadas a un mayor riesgo de obesidad y diabetes de tipo 2, pero el equipo de investigación reconoció que «puede haber factores de confusión». Es decir, que faltaban pruebas rigurosas que lo corroborasen (Borch D et al. Am J Clin Nutr. 2016 Aug;104(2):489-98).

Y el tercer estudio, publicado en 2019, constató que el consumo de patatas no se asoció con el riesgo de mortalidad por cardiopatía, por enfermedades respiratorias o diabetes. Tampoco con el riesgo de cáncer, excepto las patatas fritas, aunque de nuevo, según los investigadores, es posible que esta asociación se debiera a factores de confusión no controlados (Hashemian M et al. PLoS One. 2019 May 7;14(5):e0216348).

Pues bien, una nueva investigación centrada en patatas y diabetes tipo 2 comienza indicando que los datos sobre la asociación entre el consumo de patatas y el riesgo de esta patología son «limitados e inconsistentes». Tras este apunte, se detalla en qué ha consistido su trabajo: un análisis armonizado de siete cohortes prospectivas de Estados Unidos (n=105.531), que ha ajustado por factores antropométricos, demográficos y de estilo de vida (Djousse L et al. J Nutr. 2024 Aug 16:S0022-3166(24)00401-2. Epub ahead of print).

Su conclusión ha sido que las patatas horneadas, hervidas o en puré no aumentan el riesgo de diabetes tipo 2. Sólo lo hacen las patatas fritas… tal y como las consumen en EE. UU. Ahora me explico, pero antes dejo por aquí el tuit en que resumí este estudio.

 

¿Qué tienen de diferente las patatas fritas consumidas en Estados Unidos a las que consumimos en España? Pues aspectos como que en Estados Unidos es más común consumirlas en cadenas de comida rápida, donde las patatas se fríen a menudo en aceites industriales o mezclas de aceites vegetales que pueden tener altos contenidos de grasas saturadas y trans.

Sin embargo, mientras que en España es más común freír las patatas en casa en aceite de oliva, el aceite más común que se utiliza para freír en los restaurantes de comida rápida de cadenas de Estados Unidos es el aceite de maíz, que tiene un menor contenido alto de grasas monoinsaturadas y antioxidantes que el de oliva, y que aumenta notablemente la densidad energética de las patatas tras la fritura (Gadiraju TV et al. Nutrients. 2015 Oct 6;7(10):8424-30). Un estudio, genialmente desglosado por el nutricionista y biólogo Juan Revenga en su cuenta de Twitter (X), constató que la calidad nutricional del aceite de maíz está por debajo de la de otros aceites, como el de oliva virgen, el de lino, el de oliva y de orujo de oliva, el de onagra, el de girasol alto oleico o el de sésamo (García-González A et al. Nutrients. 2023 Apr 28;15(9):2127).


Además, las patatas fritas consumidas habitualmente en Estados Unidos suelen tener un mayor contenido de sal, sin olvidar que se tienden a consumir con condimentos ricos en sal y potenciadores del sabor.

¿Significa todo lo anterior que en España podemos hartarnos a patatas fritas caseras? No, significa que no tenemos razones para considerarlas un producto ultraprocesado.

 

 

Suscripción a este blog: http://juliobasulto.com/novedad-suscripcion-a-mi-blog-a-traves-del-correo-electronico/

Próximos cursos o conferencias de Julio Basulto: