Si no me he descontado, 31 medios de comunicación se han hecho eco de esa foto que hice a una palmera de chocolate que, ella solita, nos aporta prácticamente todas las calorías que necesitamos en un día por solo 1,6 euros. Tienen tanto la foto como el enlace a dichos medios aquí: https://juliobasulto.com/palmera/

Pues bien, ayer compré 16 plátanos (en casa somos muy plataneros) y me dio por pesarlos y por calcular cuántas calorías aportaban todos esos plátanos. El total ascendía a 1000 kilocalorías, es decir, menos de la mitad de lo que aporta la famosa palmera (que, según me cuenta mi amigo nutricionista Nico Haros, muchos han pasado a denominar «La palmera de Basulto»).

Así que con una simple regla de tres veremos que deberíamos comernos nada menos que 37 plátanos para equiparar las calorías del engendro chocolateado en cuestión.

Después de los cálculos me hice una foto plátanos en mano y lancé la siguiente pregunta (muy retórica, porque la respuesta es obvia): ¿Qué creéis que es más saciante, más nutritivo, más saludable, menos calórico y más sostenible, los 16 plátanos de Canarias que sostengo en las manos en la foto inferior… o esa palmera de chocolate de la que tanto se ha hablado esta semana?


Acto seguido, añadí un artículo que dediqué el año pasado a los plátanos. Lo hice por miedo a que alguien interpretara erróneamente que las 1000 kilocalorías de los plátanos eran peligrosas (y es que, parafraseando a Silvio Rodríguez «casi siempre sucede que se piensa algo malo»). En dicho texto, titulado «Verdades como plátanos«, desmentí, entre otras cuestiones, la extendida creencia de que el plátano engorda.

Los plátanos, por cierto, me costaron cerca de 5 euros, por lo que resulta que consumir las mismas calorías de la palmera a partir de plátanos cuesta unos 11 euros. O sea, es 10 euros más caro tomar 2300 kilocalorías a partir de plátanos que de esa bollería malsana. Sí, ya sé que el plátano es mucho más nutritivo, saludable y saciante, y que vale la pena pagar más por ellos. Pero, como denunció el pediatra Carlos Casabona en su muy recomendable libro «Tú eliges lo que comes«, resulta flagrante que sea mucho más barato comer fatal que alimentarse saludablemente.

Repito: «Querido Gobierno, haga algo para prevenir la obesidad, que para luego es tarde«.

 

 

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