Artículo originalmente publicado en Espacio Abierto  en febrero de 2015. Lo he incluido aquí, sobre todo, para añadir una importante posdata.

Hace unos años que intento leer todo lo que escribe el catedrático de nutrición y medicina Jim Mann. Digo que intento leer sus publicaciones porque aunque son la mar de instructivas, no es una tarea fácil: tiene centenares de ellas. Sin embargo, el título del editorial que coordinó para la revista Lancet el 25 de octubre de 2014 me obligó a detener mis quehaceres y repasarlo sin falta. Se lo pongo en inglés, y luego hago un amago de traducción: “Low carbohydrate diets: going against the grain”.

Podríamos traducir dicho título como “Dietas bajas en carbohidratos: ir contra el grano”. Pero resulta que la frase “go against the grain”, deberíamos traducirlo como “ir contra la corriente”, según pueden comprobar en este enlace. En él leemos que la expresión proviene del mundo de la carpintería: las finas líneas que se encuentran en determinadas piezas de madera se llaman «grano». Para suavizar la madera debemos utilizar la herramienta con la que queramos hacerlo en la dirección de los “granos”, y no contra ellos. Como en inglés, “grain” también hace referencia a las semillas de las mieses (Ej.: trigo o cebada), el título de Mann y colaboradores es verdaderamente ocurrente.

Además del ingenioso título, y la pura curiosidad, me motivó a leerlo el hecho de haber recibido más de 20 comentarios adversos en el texto divulgativo “Trigo, ¿un veneno cotidiano?” que publiqué en febrero de 2014 en el canal Eroski Consumer. Y es que en nuestra siempre paradójica sociedad confluye alegremente un excesivo consumo de cereales refinados (y no digamos de azúcares), con una a veces difícil de comprender “carbofobia”. A ello contribuyen, sin duda, la machacona publicidad de cereales de desayuno (de la que hablé aquí), una industria alimentaria ávida de aumentar sus beneficios sin escrúpulo ninguno, una prensa que publica a menudo consejos dietéticos con poca o ninguna evidencia científica, y una legión de charlatanes más preocupados por su fama y su bolsillo que por la salud pública.

Como digo, no podría dejar de leer el editorial de Mann y colaboradores (Rachael McLean, Murray Skeaff y Lisa Te Morenga). En él confirman que las dietas bajas en carbohidratos siguen de moda. “Las dietas de moda a menudo surgen de la publicación de algunos estudios que parecen contradecir los conocimientos establecidos”, afirman. Así, estamos ante una moda que se apoya, en parte, en la publicación de algunos documentos que parecen sugerir ciertos aspectos positivos asociados al seguimiento de dietas pobres en carbohidratos. Tales beneficios provienen, en sus palabras, “de estudios de duración bastante corta”. Uno de tales beneficios es la pérdida de peso a corto plazo. Sin embargo, en los estudios que han durado más de un año no se ha observado diferencias significativas tras seguir una dieta rica o pobre en carbohidratos. Para evitar la ganancia de peso es más recomendable, según estos autores, centrarse en reducir la ingesta de grasas totales en poblaciones con altas tasas de obesidad y diabetes (es nuestro caso), además de disminuir “drásticamente” la ingesta de azúcares libres.

Además, determinadas dietas pobres en carbohidratos pueden comprometer la salud. Mann y colaboradores detallan que el seguimiento de dietas con pocos carbohidratos pero muchas grasas puede traducirse en elevaciones en el colesterol sanguíneo. Las que son ricas en proteína, por su parte, pueden incrementar el riesgo de daño renal, tal y como leímos en la revisión sistemática de la literatura publicada el 22 de mayo en PLoS One.

De lo que nadie dudamos, y así lo constatan Mann y colaboradores en su texto, es de la importancia capital de sustituir los cereales refinados por sus variedades integrales (como arroz integral, pasta integral, harina integral o pan integral –mejor si es “sin sal”-), además de incrementar el consumo de legumbres, frutos secos, frutas y hortalizas. Ello, como expliqué en el artículo “La dieta más saludable no tiene apellido” , puede prevenir numerosas enfermedades crónicas típicas de Occidente.

Casi hacia el final del escrito de Mann y colaboradores leemos una frase en la que, en mi opinión, está el quid de la cuestión: “es recomendable consumir fuentes apropiadas de carbohidratos, en vez de restringir su consumo”.

Fuente: Mann J, McLean R, Skeaff M, Morenga LT. Low carbohydrate diets: going against the grain. Lancet. 2014 Oct 25;384(9953):1479-80. (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25390561).

Posdata: para saber más sobre esta cuestión, no dejen de leer el artículo «Tomen pocos carbohidratos, dice Lancet. ¿Y si dijera “tomen pocos líquidos”?«, así como las posdatas que aparecen en él.

 

Suscripción a este blog: http://juliobasulto.com/novedad-suscripcion-a-mi-blog-a-traves-del-correo-electronico/

 

Próximos cursos o conferencias de Julio Basulto: