El pasado mes de septiembre el fantástico abogado Francisco José Ojuelos (@fojuelosdotcom) publicó un libro cuyo objetivo es bien simple: definir el derecho que pretende mejorar la salud asociada al hecho alimentario en nuestro entorno. Es decir, el (como él lo ha bautizado) derecho de la nutrición. Y su título, como es lógico, es precisamente ese: «El derecho de la nutrición» (editorial Amarante [@EdAmarante]).

Ojo, que “mejorar la salud asociada al hecho alimentario en nuestro entorno” no es poca cosa: la alimentación influye muchísimo en nuestra salud. ¿Sabían que, según la Organización Mundial de la Salud, “seis de cada diez enfermedades ya están relacionadas con lo que comemos”? Hay una enfermedad que seguro que les suena: la enfermedad cardiovascular. Les tiene que sonar porque, por desgracia, es la primera causa de muerte en Europa. Pues bien, la principal causa de las enfermedades cardiovasculares son los factores dietéticos, según un informe publicado en 2017 por el European Heart Network.

El libro tiene un objetivo ambicioso: describir -con precisión, pero en lenguaje asequible- este nuevo derecho, que persigue evitar los problemas de salud derivados de la ingesta de algunos tipos de productos alimentarios conformes con el derecho alimentario, pero malsanos. Me explico, hay determinados productos alimentarios, como las bebidas azucaradas o la bollería (que yo me atrevería a denominar “sustancias comestibles”) cuya venta es totalmente legal y que además no son tóxicos, por lo que son conformes con el derecho alimentario. Pero eso no es la prueba de que sean saludables. Encontramos muchísimos productos claramente malsanos cuyo maketing campa a sus anchas, aunque eso perjudique la salud de adultos, y no digamos niños.

El objetivo del libro, digo, es ambicioso. Pero a tenor de lo que se ha dicho en uno de los blogs de referencia en derecho (el muy prestigioso delajusticia.com, capitaneado por el reputado José Ramón Chaves), el objetivo se ha conseguido:

“Un osado y triunfal esfuerzo por alumbrar una nueva disciplina donde confluyen alimentación, publicidad y profesionales sanitarios en un contexto normativamente asilvestrado.”

Sin más preámbulos, les dejo con un pequeño fragmento del prólogo que he tenido el honor de realizar para «El derecho de la nutrición»:

«Debo haber frotado, sin darme cuenta, una lámpara maravillosa. Porque escribir este prólogo es un deseo hecho realidad. Si es cierto que el éxito en la vida no se mide por la riqueza de bienes materiales, sino por el amor que recibimos, soy una persona exitosa. Y es que el valor de amistades como la de Francisco Ojuelos es un trofeo que no puede compensarse con agradecimiento alguno. Porque, tal y como afirmó Charles Dickens en su obra David Copperfield, “Un corazón que ama es más valioso y más fuerte que toda la sabiduría del mundo”.

El mundo en el que vivimos es claramente muy mejorable. Ante esta realidad, hay quien parece disfrutar empeorándola (tal y como me reconocía Francisco en un correo electrónico: “[…] en este mundo se ha endiosado tanto la ignorancia que ya no hay reparo”). Hay quien piensa “esto es un asco, sálvese quien pueda”. Pero también está quien se pone manos a la obra e intenta hacer lo posible para edificar los cimientos de un futuro más esperanzador. Francisco José Ojuelos (“Fran”, para los que tenemos el honor de ser sus amigos) pertenece a este último grupo, y este magnífico libro es la prueba indiscutible de ello. Un libro cuyo objetivo es construir un mundo mejor para nosotros, para nuestros hijos, y para los tataranietos de nuestros hijos. Aunque ha robado a Fran muchas más horas de lo que el lector pueda llegar a imaginar (el verbo “robar” no es exacto; Fran es de los que piensa que dar es tener), es un esfuerzo que ha valido la pena.

Según William James, uno de los fundadores de la psicología moderna, “el genio no es otra cosa que la capacidad de observar la realidad desde perspectivas no ordinarias”. En tal caso, Francisco José Ojuelos es un genio. Porque ha querido ir más allá de lo que aparece escrito en los manuales de referencia en nutrición humana y en la legislación alimentaria. Permítanme, antes de seguir con el razonamiento, una cita más, en este caso del premio Nobel de literatura José Saramago: “Hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son solo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa” (libro La Caverna). Me explico: una de las primeras cosas que aprendemos las y los dietistas-nutricionistas es que nutrición y alimentación son conceptos bien distintos. Pero nadie nos ha enseñado algo que comprenderán en toda su magnitud en este indispensable libro: que el derecho de la nutrición también es bien distinto al derecho alimentario. Nadie nos lo ha enseñado porque nadie se había dado cuenta. Para ello era preciso observar la realidad “desde perspectivas no ordinarias” e ir “más allá de la lectura”.

Por desgracia, ir más allá de la lectura significa entender que nos encontramos en la legislación alimentaria con desagradables chascos, como que nadie se ha preocupado hasta la fecha por la “inocuidad real” (en palabras de Francisco) de los alimentos que consumimos. Ningún legislador se ha tomado en serio proteger al menor de las “tácticas predatorias” que utilizan amplios sectores de la industria alimentaria, ni alejarlo de los engaños en la publicidad de los alimentos (cerca del 88% de dicha publicidad es hoy por hoy engañosa, como comprobarán en este libro). Los adultos somos menos frágiles que los niños, pero también somos muy vulnerables, algo que imposibilita nuestra capacidad para escoger con criterio. Tal y como detalla Francisco en este libro: “El día en el que conceptos básicos de relación entre alimentación y salud sean bien manejados por la población podrá hablarse de libertad de elección, mucho más teniendo en cuenta la existencia de una voluntad constante de ciertos operadores de presentar la realidad falseada” […]».

Les invito a continuar con la lectura en el propio libro. No se arrepentirán. Ah, y buenísimas noticias: ¡acaba de reimprimirse la primera edición! ¡Enhorabuena!

No puedo despedirme sin antes agradecer encarecidamente a Editorial Amarante la edición de este libro, y desde luego al abogado Francisco José Ojuelos que me haya concedido el impagable honor de prologar su excelente obra (de arte). Me consta que ha dedicado infinidad de horas a este libro con un único fin: cambiar, para bien, el rumbo de la Salud Pública.

Tienen más información sobre el libro en estos dos links:

https://editorialamarante.es/libros/tecnicos-y-consulta/el-derecho-de-la-nutricion

http://criticaprocesal.blogspot.com/2018/09/publicacion-de-el-derecho-de-la.html