En la presente entrada incluyo, por una parte, un vídeo con cinco de las ponencias que se presentaron entre las 14h y las 14:45h del pasado 14 de junio de 2018 en Madrid (Hospital Clínico, Room 4, Blue room) en el evento “International Conference on Tobacco Control ENSP-CNPT” (Congreso Internacional de Prevención y Control del Tabaquismo ENSP-CNPT). Por otra parte, también incluyo, además del vídeo de mi ponencia, la transcripción de la misma (“Tabaco y alimentación”).

En el vídeo, que aparece un poco más abajo, aparecen las intervenciones de Francisco Rodríguez Lozano, Andrés Zamorano, Josep Maria Suelves, Rodrigo Córdoba y Emilio Salguero. También aparece mi intervención. Antes de incluir el vídeo, detallo la estructura de las ponencias:

Conferencia corta:

Título: Oportunidades perdidas en España de prevención y control tabaquismo.

Presenta: Francisco Rodríguez Lozano (desde el minuto 0:00).

Ponente: Andrés Zamorano (desde el minuto 3:55).

Mesa redonda:

Título: Tabaco y otros estilos de vida.

Modera: Josep Maria Suelves (desde el minuto 26:44).

Ponente 1: Tabaco y alimentación. Julio Basulto (desde el minuto 31.28). Más abajo aparece, además del vídeo, la transcripción de mi ponencia, con bibliografía.

Ponente 2: Tabaco y consumo de alcohol.  Rodrigo Córdoba (desde el minuto 46:42).

Ponente 3: Tabaco y actividad Física. Emilio Salguero (desde el minuto 1:02:18). Aquí están las transparencias que usó Emilio Salguero: https://drive.google.com/file/d/1U8Hzc29Ma8NtsBGn1Ertvs8cUZ_rQop2/view

Pese a que la presencia era exclusivamente masculina en este fragmento del congreso, no fue así en el total del mismo. He revisado el programa y he contabilizado, en el grupo de ponentes, 56 mujeres y 54 hombres. Del total de participantes (en comunicaciones distintas a ponencias, tales como posters), 199 eran  mujeres, y 149 hombres.

Dicho esto, incluyo el vídeo debajo de estas líneas, así como el resumen y la transcripción de mi ponencia (que empieza en el minuto 31:28).

 

Resumen de mi intervención (tabaco y alimentación)

En la intervención se abordan dos cuestiones relacionadas con el tabaco que se encuentran las y los dietistas-nutricionistas en sus consultas. En primer lugar, la relación entre tabaquismo y patrón dietético. Se detallará cómo diferentes estudios observan una sinergia entre tabaquismo y mala alimentación, y viceversa, entre abandono tabáquico y mejora del patrón dietético. En segundo lugar, se valorará la resistencia que ofrecen muchos fumadores a dejar de fumar por miedo a ganar peso. En este sentido, la literatura científica es unánime al referir claros beneficios del abandono tabáquico pese a que existe cierto riesgo (aunque no en todos los exfumadores) de incremento de peso. Un posible enfoque es contemplar el tabaquismo como un riesgo de obesidad (a más tiempo fumando, mayor será el riesgo) por lo que conviene no demorar la decisión de dejar de fumar. En la intervención, en todo caso, se detallan los consejos dietético-nutricionales que debería recibir toda persona exfumadora en relación al incremento de peso.

Texto de mi intervención.

Nota 1: este texto contiene lo que yo tenía previsto explicar en mi intervención. Sin embargo, debido a que solo disponía de unos quince minutos, omití algunas partes, que sí aparecen detalladas a continuación.

Además de agradecer encarecidamente al Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) su labor y, sobre todo, que me haya invitado a esta mesa redonda, me gustaría empezar esta breve intervención relatando una anécdota. Hace unos días, una de mis hijas me explicó, sobrecogida, que escuchó la siguiente conversación entre dos niños de unos diez años:

—Voy a regalar a mi mamá, para el día de la madre, un paquete de tabaco.

—¿Un paquete de tabaco— contestó boquiabierto el otro niño.

—Sí, porque le encanta fumar.

Cuento esta anécdota porque, por desgracia, ese niño recibirá a cambio de su generosidad más posibilidades de ser fumador y, por tanto, de sufrir graves enfermedades crónicas o de morir de forma prematura. Porque no basta con fumar lejos del niño para evitar los riesgos del tabaquismo pasivo: los hijos de padres fumadores son más proclives a fumar y a mostrar actitudes más positivas con respecto al tabaco (Bricker JB , et al, 2006; Wilkinson AV, et al, 2008). Por fortuna, existen estudios que sugieren que las intervenciones para que los padres dejen de fumar en beneficio de los niños podrían aumentar las tasas de abandono tabáquico (Aizpurua Galdeano P, 2013). De hecho, uno de los mejores regalos que podemos ofrecer a las personas que amamos es dar ejemplo. Esto sucede si nos alimentamos bien (Basulto J, 2014; Basulto J, 2015), pero también si tomamos la decisión de dejar de fumar. Cualquier momento es bueno, tengamos la edad que tengamos, para tomar dicha decisión (Mons U, et al., 2015). La madre de la anécdota, por tanto, haría bien si pidiese ayuda para dejar de fumar, algo que puede multiplicar por diez las posibilidades de conseguirlo (AECC, 2015). Porque de igual manera que los malos hábitos se contagian, también lo hacen los buenos (Basulto J y Mateo MJ, 2012;  Ball K, et al., 2010).

En cuanto a aspectos nutricionales relacionados con el tabaquismo, el más destacable es, sin duda, el peor estatus nutricional y el seguimiento de un patrón dietético más insalubre por parte de las personas que fuman en comparación con el resto de la población. Tal y como señaló en 2006 el Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, el tabaquismo “puede producir carencias nutritivas, incrementar las necesidades de nutrientes, alterar los efectos nutricionales esperables de diversos alimentos, potenciar la acción cancerígena de dietas inadecuadas o aumentar del riesgo de padecer enfermedades crónicas, debido a la interacción con los mecanismos nutricionales o metabólico-nutricionales (Palou Oliver A, et al., 2006).

Todo lo anterior es ampliamente conocido, como también lo es que fumar perjudica el gusto y el olfato, lo que podría estar implicado en peores selecciones dietéticas. Menos conocido es, sin embargo, algo que constató una publicación que evaluó no el efecto del tabaquismo sobre el gusto y el olfato, sino lo contrario, es decir, el efecto de los alimentos sobre el placer que proporciona fumar (McClernon FJ, et al., 2007). En su  estudio, McClernon y colaboradores constataron que consumir carne, bebidas alcohólicas, café y bebidas azucaradas de cola se traducía en una mayor “palatabilidad” (en sus palabras) de los cigarrillos, mientras que la ingesta de frutas y hortalizas empeoró el sabor de los cigarrillos. Es una posible explicación más de por qué las personas que fuman realizan peores selecciones dietéticas. Alguien podría sentirse tentado de sugerir a quien fuma que consuma más frutas y hortalizas, como supuesto método para dejar de fumar (porque empeoraría el sabor del tabaco). Sin embargo, esta hipótesis (que no he hallado probada en ningún estudio científico) cuenta con un importante impedimento: el tabaco es muy adictivo, mientras que las frutas y hortalizas no. Lo que sí podemos concluir del estudio es que a los efectos negativos del tabaco podemos sumar los generados por un mal patrón de alimentación, más frecuente en personas que fuman, como ya se ha señalado.

Sí existen razones para pensar que mejorar la mejora de cualquiera de los pilares que sostienen un “edificio” llamado “estilo de vida” (actividad física, alimentación saludable, lactancia materna y abstinencia alcohólica o tabáquica) puede traducirse en la mejora de los demás, como si estuviesen interconectados. Varios estudios detallan que el ejercicio físico se asocia a un mejor patrón de alimentación, a un menor consumo de bebidas alcohólicas y a menores tasas de tabaquismo. Y viceversa, seguir una dieta sana, beber menos alcohol y dejar de fumar nos puede predisponer a hacer más ejercicio (Grao-Cruces A, et al., 2015; Nooijen CFJ, 2017; Peltzer K, et al., 2010). Diversas investigaciones han constatado, además, que la actividad física se relaciona con una mayor satisfacción con la vida (Grao-Cruces A, et al., 2015; Yoo C et al, 2015), lo que puede predisponernos a realizar cambios positivos en nuestros hábitos. No sabemos a ciencia cierta si la actividad física es la que predispone a seguir un mejor patrón de alimentación y al abandono tabáquico o, por el contrario, si la dieta sana genera una mayor propensión a realizar ejercicio. Tampoco podemos estar seguros de si el sedentarismo conduce a la obesidad, al consumo de tabaco y alcohol y a una menor satisfacción con la vida, o si sucede al revés (Ej.: es la obesidad la que ocasiona el sedentarismo [Pedisic Z et al., 2014]). También es posible que estemos ante características que ocurren por influencia de un tercer factor no controlado. ¿Es acaso un efecto sinérgico, en el que cada uno de los componentes ejerce beneficios inesperados gracias a nuevos efectos que surgen de la combinación entre ellos? No son preguntas absurdas, sino auténticas vías de investigación (Yannakoulia M, 2015), tal y como se apuntó en el libro “Más vegetales, menos animales” (Basulto J y Cáceres J, 2016).

Sí estamos seguros es de que no hay pruebas científicas que sustenten que una dieta, un alimento, un nutriente, un complemento alimenticio o una planta “medicinal” puedan contrarrestar de forma significativa los efectos negativos del tabaco en la salud. Pese a ello, numerosos medios de comunicación ofrecen a menudo falsas promesas al respecto. Esto supone un doble peligro. Por una parte, tales promesas pueden generar una falsa sensación de seguridad (también “efecto talismán”, “efecto halo” o “percepción de invulnerabilidad”) que desinhiba, de forma inconsciente, unos malos hábitos de vida. Así, un trabajo publicado en la revista científica Addiction en diciembre de 2011 constató que consumir complementos alimenticios puede generar un aumento en el tabaquismo a causa de la errónea creencia de que tales suplementos protegen del cáncer (Chiou WB et al, 2011-1; Chiou WB et al, 2011-2). Por otra parte, existen pruebas de que ciertos complementos alimenticios, como es el caso de los suplementos de carotenoides, pueden aumentar el riesgo de cáncer tanto en fumadores (Fortmann SP, et al., 2013) como en no fumadores (Schwingshackl L, 2017). Los complementos alimenticios de ninguna manera y en ninguna circunstancia compensan un mal estilo de vida (Basulto J, 2017). Un trabajo publicado en 2015 por la doctora Rita Vieira y sus colaboradores en la revista Annals of Oncology observó una disminución en el cáncer de pulmón ante un elevado consumo de frutas y hortalizas, pero la magnitud fue pequeña, de ahí que los autores insistieran en lo siguiente : «eliminar el tabaquismo es la mejor estrategia para prevenir el cáncer de pulmón» (Basulto J, 2015-2; Vieira R et al., 2015).

El último aspecto que se abordará en esta breve intervención es el papel del tabaquismo en la promoción de la obesidad. Como todas las personas víctimas del tabaquismo deberán tomar medidas, tarde o temprano, para dejar de fumar, deben ser conscientes de que demorar dicha decisión podría en algunos casos incrementar las posibilidades de ganar peso (Palou Oiver A, et al, 2006). Así, podemos sugerir que fumar engorda (Basulto J; 2017-2). Podría compararse a estirar un tirachinas: cuanto más tardemos en soltarlo, más lejos llegará el proyectil. De media, las personas que dejan de fumar engordan unos 4,7 kilos (Aubin HJ, et al, 2012), aunque esta cifra varía en función de diferentes estudios. El posible efecto negativo del aumento de peso es claramente inferior al beneficio que ejerce dejar de fumar sobre la salud y el riesgo de muerte prematura (Palou Oiver A, et al, 2006). En cualquier caso, resulta imprescindible destacar que en el metaanálisis de Aubin y colaboradores se constató que del 16 al 21% de los exfumadores no ganaron peso o incluso lo perdieron (Aubin HJ, et al, 2012), por lo que la metáfora del tirachinas no es en absoluto perfecta.

Sea como fuere, el abordaje sanitario del incremento de peso en exfumadores debería tener en cuenta las siguientes consideraciones.

  1. El diagnóstico del exceso de peso debe realizarlo un médico quien, además, valorará y (en su caso) tratará las posibles comorbilidades asociadas.
  2. El tratamiento del exceso de peso debería quedar en manos de dietistas-nutricionistas colegiados, sin descartar un abordaje multidisciplinar.
  3. Se debe contemplar la modificación del estilo de vida con el objetivo de mejorar el comportamiento, siempre trabajando hacia metas alcanzables.
  4. La entidad NICE aconseja que los programas de control de peso duren por lo menos 3 meses, con sesiones que se ofrecerán al menos semanalmente o quincenalmente. La Academia de Nutrición y Dietética, por su parte, establece el número de visitas (si el objetivo es perder peso) en un mínimo de 14 encuentros durante un período de al menos 6 meses. Coincide con este punto de vista el consenso de la Academia Americana del Corazón y la Sociedad Americana para la Obesidad. Para el mantenimiento del peso perdido, se aconseja que se visite al paciente una vez al mes durante al menos un año (Jensen MD, et al., 2014; NICE, 2016; Raynor y Champagne, 2016).
  5. Pequeñas reducciones en el tamaño de la ración consumida, así como el autocontrol del ejercicio físico, de la ingesta dietética y del peso corporal, son estrategias útiles para el tratamiento de la obesidad (Jensen MD, et al., 2014; NICE, 2016; Raynor y Champagne, 2016).
  6. Se debe intentar que el paciente consuma “más vegetales, menos animales y nada o casi nada de cárnicos procesados y alimentos superfluos” (Basulto J y Cáceres J, 2016).
  7. Dos frases que pueden ayudar en el cambio dietético son “No comas mejor, deja de comer peor” (Basulto J, 2017-3) y “No lo compres, que te lo comes” (Basulto J, 2018).

 

Nota 2: Muy agradecido a Andrés Zamorano, Emilio Salguero, Francisco Rodríguez Lozano, Josep Maria Suelves y Rodrigo Córdoba por permitirme compartir sus geniales ponencias en mi canal de YouTube. ¡Gracias!

Posdata 1: El Dr. Paco Camarelles (@pcamarelles) ha hecho un fabuloso resumen de las ponencias de Emilio, Rodrigo, así como de mi ponencia, en la web del grupo de Educación sanitaria y Promoción de la Salud del PAPPS (Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud de la semFYC Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria): «Tabaco y otros estilos de vida. De círculos viciosos y virtuosos«.

 

Posdata 2: Laura G. Ibañes (en Twitter: @lauragibanes) e Isabel Gallardo (en Twitter: @Isagponce) nos entrevistaron después del Congreso a Ángel López Nicolás (en Twitter: @amomal69), Emilio Salguiero (en Twitter: @esalguerochaves), Francisco Lozano (en Twitter: @FrguezLozano), a Regina Dalmau (en Twitter: @reginadalmau) y a mí en Diario Médico: «Aún faltan espacios sin humo, subir precios y financiar terapias» (el acceso al artículo es gratuito tras suscribirse a diario médico [insisto: suscripción gratuita]).

 

 

Bibliografía

AECC (Asociación Española Contra el Cáncer). El apoyo profesional puede multiplicar por diez las posibilidades de dejar de fumar. 2015. Disponible en: https://twitter.com/aecc_es/status/604566737158344704

Aizpurua Galdeano P. Abandono del hábito tabáquico por parte de los padres por el bien de sus hijos pequeños: revisión sistemática y metaanálisis. Evid Pediatr. 2013;9:38.
http://www.evidenciasenpediatria.es/DetalleArticulo/_LLP3k9qgzIh7aNQBiadwmbYHNnjoHebvOc9FMOt5HwEmnsWVovtE8uN8nVLSq-qnJviGlSByJ1saKGQAQO3QLQ

Aubin HJ, et al. Weight gain in smokers after quitting cigarettes: meta-analysis. BMJ. 2012 Jul 10;345:e4439. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22782848

Ball K, Jeffery RW, Abbott G, McNaughton SA, Crawford D. Is healthy behavior contagious: associations of social norms with physical activity and healthy eating. Int J Behav Nutr Phys Act. 2010 Dec 7;7:86. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3018448/

Basulto J y Cáceres J. Más vegetales, menos animales. Barcelona. Debolsillo, 2016. Más información en: https://juliobasulto.com/mas-vegetales-menos-animales/

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