Es posible que el título que he puesto a este texto suene a “blasfemia nutricional”, dado que existen a nuestro alrededor muchísimos mensajes invitándonos a beber aunque no tengamos sed, pero puedo asegurar que el título se ajusta a la realidad. Como se acerca el calor del verano, y dichos mensajes es muy probable que se multipliquen, creo que es importante insistir en que, salvo en unas pocas excepciones, el mecanismo de la sed funciona lo suficientemente bien como para que no tengamos que preocuparnos por vivir pegados a una botella de agua.

El año 2002 y los “8 vasos de agua”

Para abordar la cuestión discutida en este post, es preciso, en primer lugar, retroceder hasta 2002, año en el que el doctor Heninz Valtin, profesor emérito de fisiología y neurobiología en la Dartmouth Medical School, publicó un artículo científico cuyo título no me resisto a transcribir: “Drink at least eight glasses of water a day.” Really? Is there scientific evidence for ‘8 x 8’?”, es decir “Beber como mínimo ocho vasos de agua al día. ¿De verdad? ¿Existen evidencias científicas que justifiquen el ‘8 x 8’?”. La recomendación “8 x 8” hace alusión a que cada uno de los 8 vasos debería tener, en teoría, 8 onzas de agua, es decir unos 200 ml de agua (que es lo que cabe, aproximadamente, en uno de nuestros típicos vasos de agua).

Su conclusión, tras revisar a fondo la literatura científica disponible, fue que, en adultos sanos que viven en climas temperados (es nuestro caso), no existen pruebas científicas que justifiquen que sea preciso beber ‘como mínimo ocho vasos de agua al día’”. Valtin citó algunas excepciones, como ciertas enfermedades, el ejercicio extenuante o la exposición a temperaturas ambientales muy altas, pero también mencionó algo importante: que es probable de que estemos tomando más agua de la que necesitamos.

Avancemos dos años y veamos la opinión del Instituto de Medicina de Estados Unidos

Más importante aún que la opinión del doctor Heninz Valtin es la del reputado Instituto de Medicina de Estados Unidos, que en el año 2004 publicaba su manual “Dietary Referente Intakes: water, potassium, sodium, chloride, and sulfate”, es decir, “Ingestas Dietéticas de Referencia: agua, potasio, soldio, cloro y sulfato”. Pues bien, en el resumen de dicho manual, que pueden consultar en este enlace, vemos que se hacen referencia a ingestas de agua en diferentes situaciones y grupos de edad (como personas mayores). En concreto leemos lo siguiente:

«El estado de hidratación continúa siendo normal en una amplia gama de ingestas para ancianos y para personas más jóvenes».

También indica que con la edad puede deteriorarse el mecanismo de la sed, pero lo relaciona con las enfermedades, no con la edad en sí misma: «La complicación de la disminución de la sed relacionada con la edad por enfermedades sistémicas y la demencia pone claramente a muchos pacientes ancianos frágiles en riesgo de desarrollar deficiencia severa de agua».

 

En 2007 habló la profesora Nonhlanhla P Khumalo ¿Qué dijo?

 

La doctora Khumalo, editora de la revista científica South African Medical Journal, publicó en agosto de 2007 en dicha revista un artículo titulado: “Ocho vasos al día – ¿los peligros de la pseudociencia?”. No les transcribo todas sus (acertadas) reflexiones, porque coinciden con lo que he descrito hasta ahora. Pero hay una consideración que creo que es importante tener en cuenta: no podemos olvidar las consecuencias medioambientales y económicas de beber más agua de la que necesitamos, algo que, en sus palabras, es “un peligro que no podemos asumir”.

 

2011-2012, sube el tono de las declaraciones de los expertos

 

En 2011 y en 2012, la comunidad científica ya tenía claro que el famoso dogma “beber antes de tener sed” no tenía sentido, pese a que la población todavía lo daba por válido, quizá a causa de la falta de actualización de determinados profesionales sanitarios. En ese contexto, no resultan sorprendentes las palabras que emitió la doctora Margaret McCartney en julio de 2011, en la revista BMJ (antes denominada British Medical Journal):

 

“Beber de 6 a 8 vasos de agua al día no solo es un sinsentido, es un sinsentido ampliamente desacreditado”.

 

Un año después, en julio de 2012, y en la misma revista (BMJ) el doctor Tim Noakes, insinuó que la deshidratación de la que tanto se ha hablado a los atletas no es más que la promoción de una enfermedad que no existe.

 

En la misma fecha, y de nuevo en la misma revista (BMJ), el profesor Carl Heneghan, catedrático de Medicina Basada en la Evidencia y director del Centro de Medicina Basada en la Evidencia de la Universidad de Oxford, coordinó una investigación relacionada con el rendimiento deportivo. En su opinión, seguir el consejo “beba antes de tener sed”, tampoco está justificado en atletas, porque generará que muchos atletas beberán demasiado, lo que puede perjudicar a su rendimiento e incluso aumentar el el riesgo de que padezcan hiponatremia (una dolencia rara, pero grave, que consiste en dilución de las concentraciones de sodio en sangre, algo que puede generar un edema cerebral).

 

El doctor Juanjo Cáceres (@juanjocaceresn) y yo mismo hablamos de ello tanto en nuestro libro “Comer y correr”, como en un texto que publicamos en el blog de la Agencia Española para la Protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD), titulado “Correr sin un lastre de mitos dietéticos”.

 

2014, revisión interesante

 

En 2014 se publicó una revisión sobre la cuestión abordada en este texto, y que creo que también vale la pena revisar sucintamente. La publicaron Cotter y colaboradores en octubre de 2014 en la revista científica Extreme physiology & medicine, y en ella leemos interesantísimas conclusiones como las tres que enumero a continuación:

  1. Existen peligros agudos asociados tanto con el consumo inadecuado de agua, como con su excesiva ingesta. Sin embargo, en ambos extremos nuestro cuerpo dispone de mecanismos neurológicos que impiden su aparición en la gran mayoría de situaciones tanto deportivas como ambientales, siempre que hablemos de personas sanas con acceso al agua potable y que puedan beber en función de su sed.
  2. Aunque se advierte mucho a la población sobre los peligros de la deshidratación, lo cierto es que dicha circunstancia es muy improbable que ocurra en personas libres que tengan acceso a agua y a alimentos.
  3. En la mayoría de situaciones ambientales o de ejercicio físico, beber en función de la sed es suficiente como para cubrir las demandas hídricas del organismo.

 

 

P.D. Dediqué una conferencia al tema el 22 de febrero de 2018, como puede comprobarse aquí: http://juliobasulto.com/falsas-creencias-agua/

P.D.2. El pediatra Carlos Casabona y yo publicamos en 2020 un libro dedicado a los líquidos, titulado «Beber sin sed»: https://juliobasulto.com/beber-sin-sed/

P.D.3. Un nuevo texto de Ted Kyle, en el portal ConscienHealth titulado «How Much Water Is Plenty to Drink? It Depends», concluye con esta genial reflexión: «No todo el mundo necesita 8 vasos de agua al día. ¿Cuánto debemos beber? Lo necesario para saciar nuestra sed. ¿Tan difícil es eso?».


Suscribirse a este blog: http://juliobasulto.com/novedad-suscripcion-a-mi-blog-a-traves-del-correo-electronico/

Próximos cursos o conferencias de Julio Basulto:

 

Cursos_y_conferencias