Ruego e incluso imploro a quien no sepa quién es la tortuga Casiopea, crucial personaje del libro «Momo» (del genio Michael Ende), que no tarde en ir a buscar el libro a una biblioteca (está en todas) o a una librería (debería estar en todas).

Y también imploro a cualquier madre, padre, mujer u hombre que puedan ser padres en algún momento y, sobre todo, a todos los profesionales sanitarios del mundo, que se hagan con un ejemplar del recién publicado libro «Somos la leche» de Alba Padró (@AlbaPad), editado por Grijalbo (Penguin Random House).

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Alba es auxiliar de clínica, consultora en lactancia certificada (IBCLC) y cofundadora junto a Maria Berruezo (@NitesMaria) y Enric Pallares (@enric_pallares) de la imprescindible herramienta Lactapp (@LactApp). Pero, ante todo, Alba es una de las personas de este mundo que más sabe sobre lactancia materna y que más ha contribuido a su normalización, en mi humilde opinión. También apoya la labor de Alba el doctor Francisco José Pérez, coordinador de la sección de formación de la IHAN (OMS-UNICEF), como pueden escuchar en los primeros minutos de esta entrevista que tuve el gusto de compartir con Alba el viernes pasado.

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Y también es la opinión, por cierto, del pediatra Carlos González: en la charla que impartimos en Barcelona el pasado sábado llegó a recomendar el libro de Alba incluso antes que los suyos sobre el tema…que son buenísimos, como sabe cualquiera que los haya leído.

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Se estarán preguntando, o eso espero, qué tiene que ver el libro Momo, y más en concreto, la tortuga Casiopea, con el libro «Somos la leche» de Alba Padró. Pues mucho.

Resulta que la tortuga Casiopea aparece en el preciso momento en que Momo tiene serios problemas. Y es justo lo que hacen tanto Alba Padró como las miles de asesoras de lactancia materna que pertenecen a los diferentes grupos de apoyo de la lactancia materna que agrupa FEDALMA, es decir, la Federación Española de Asociaciones Pro-Lactancia Materna (@Fedalma_es). Y también es justo lo que pretende el libro de Alba Padró: asesorar, ayudar, resolver dudas, advertir cuándo existe un problema que requiere un abordaje médico, o tranquilizar cuando estamos ante una simple contrariedad sin mayor importancia. ¿Y cómo lo sabe Alba? Pues por su formación, pero sobre todo por los miles de casos de mujeres a las que ha ayudado, algo que tiene clarísimo todo el que la conozca un poquito.

Alba sabe tanto que le viene al pelo este fragmento del libro «Momo» (para quien todavía no haya leído el libro, debe saber que Momo es una pequeña niña a quien, en cierto momento, la persiguen unos «hombres grises»):

«Momo

[…] caminaba tras la tortuga con los ojos bien abiertos, como si soñara. Atravesaron grandes plazas y calles brillantemente iluminadas, los coches las rozaban por delante y por detrás, la gente, por la calle, las apretujaba, pero nadie prestaba atención a la niña con la tortuga.

Las dos no tuvieron que apartarse ni una vez ante nadie, nadie las empujó, ningún coche tuvo que frenar por su causa. Era como si la tortuga supiera por adelantado, con toda seguridad, dónde y en qué momento no pasaría un coche, no habría un peatón. De ahí resulta que nunca tuvieron que correr ni nunca tuvieron que detenerse a esperar, Momo comenzó a sorprenderse que se pudiera andar tan lentamente y avanzar tan de prisa«.

Esa es Alba Padró, una «tortuga Casiopea» que huye con destreza y agilidad de los hombres grises…que en este caso serían las muchas fuerzas que conspiran para que las tasas de lactancia materna sean tan deprimentes como lo son en la actualidad. En la mayor parte de casos, Alba sabe «por adelantado, con toda seguridad» qué camino es el que debemos seguir para conseguir una lactancia exitosa. De ahí que todos deberíamos agradecer y aplaudir su impagable labor, ya que la lactancia materna es, no lo duden, un descuidado pilar de salud pública.

Y nada más, no voy a desvelar ni los misterios del libro ni las gratas sorpresas que encontrarán en su interior. Es mucho mejor que lo comprueben ustedes mismos. Cuando lo tengan en sus manos comprobarán que es un tesoro. En cuanto pasó por las mías supe que relucía «de una manera tan amable que parecía que iba a echarse a hablar de un momento a otro«, parafraseando de nuevo a Michael Ende.

Si lees esto, Alba, enhorabuena y, sobre todo, gracias.