Texto publicado originalmente el 16 de marzo de 2015 en Espacio Abierto, cuando todavía colaboraba con dicha web (link).

Fomentar el consumo de bebidas alcohólicas beneficia a la (muy poderosa) industria que las vende. A nadie más. Lo digo por el titular “Una copa de vino equivale a una hora de ejercicio”, que publicó Intereconomía el 15 de marzo de 2015 en su página web. ¿Creen que el titular sí puede beneficiar a la población? Lean, lean.

Resulta que la noticia, que conocí gracias a un aviso, en Twitter, del muy recomendable portal “Qué mal puede hacer”, comienza detallando que “no hay mejor costumbre ni mejor deporte que abandonarse al milenario fruto de la vid”. Ojo a la palabra “abandonarse”, que no es trivial. Y sigue: “así lo entiende un estudio de Journal of Physiology

[…]”.

La noticia cuenta con cinco hipervínculos, pero casualmente no incluye hipervínculo alguno que nos lleve a ese supuesto estudio de Journal of Physiology que concluye que tenemos que “abandonarnos” al vino, porque es la “mejor costumbre” y el “mejor deporte”. ¡Qué cosas! En situaciones como esta me viene a la mente una “regla de oro” que detalló en su blog el reputado doctor Ben Goldacre: “si no vinculas a las fuentes primarias, no confío en ti”.

En unas líneas les explico cuál es ese estudio y qué observó, pero sigamos leyendo a Intereconomía: “una copa de este sacro brebaje equivale a una hora de ejercicio”. Aunque fuera verdad, que no lo es, estaría bien mencionar que el consumo de dosis bajas de alcohol incrementan el riesgo de cáncer. No lo mencionan, claro que no. Sí lo hizo, en mayo de 2014, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su “Informe Mundial de Situación sobre Alcohol y Salud” (lo tienen en este enlace), en el que leemos que “un consumo tan bajo como una bebida diaria causa un aumento significativo del riesgo de algunos tipos de cáncer”. Pero los peligros del alcohol (y el vino es una bebida alcohólica, no les quepa duda) no se limitan al cáncer.

Veamos el estudio.

El caso es que tras un buen rato (que no me sobra, dicho sea de paso) he conseguido localizar el estudio. Me ha costado encontrarlo, entre otros motivos, porque la investigación no se publicó la semana pasada o el mes pasado, sino el 1 de junio de 2012. Pero ¿la noticia de Intereconomía no se ha publicado el 15 de marzo de 2015? Pues sí. ¿Por qué sacan ahora este titular? Tengo mi propia teoría, que les explico más adelante. Vayamos ahora al estudio que cita Intereconomía.

¿Cómo se imaginan que es el estudio? Voy a decirles qué estudio me podría convencer de la veracidad del titular de Intereconomía: distribuimos en dos grupos, al azar, a una muestra de más de cien personas (insisto: personas) adultas y sanas de un similar nivel socioeconómico, cuyos hábitos de actividad física sean homogéneos, cuyos patrones dietéticos no sean muy distintos, que no fumen y que no tengan exceso de peso. Una vez hecho esto, obligamos a un grupo a hacer una hora de ejercicio físico y a que no tomen ni gota de alcohol, y al otro grupo a tomar una copa de vino al día y a que no hagan nada de ejercicio. Tras un seguimiento de, pongamos, dos años, evaluamos el estado de salud de ambos grupos y publicamos los resultados en una revista científica. Ojo, que no he dicho, “evaluamos su rendimiento deportivo”, porque a los profesionales sanitarios no solo nos interesa saber si el vino mejora la actividad muscular, o el riego sanguíneo, queremos saber si ejerce los múltiples beneficios del ejercicio físico o si, por el contrario, incrementa el riesgo de sufrir diversas patologías. Lo digo porque en el informe de la OMS que he citado en el anterior párrafo leemos que “el alcohol causa más de 200 enfermedades”.

¿Se parece en algo a lo que acabo de detallar el estudio de Journal of Physiology? Ni por asomo. Porque el estudio, que pueden leer en este enlace, se hizo con ratas, seguidas durante doce semanas. Ratas. Doce semanas. ¿Les dieron vino? Pues tampoco, les dieron resveratrol, una sustancia que podemos encontrar en muchos alimentos de origen vegetal, pero también en el vino tinto. Ahora sigo con el estudio, pero antes me detendré unos segundos en el resveratrol.

Sobre el resveratrol.

La historia del resveratrol, que hoy podemos encontrar en cápsulas, en polvos, o como parte de “alimentos funcionales”, cuenta con un oscuro pasado, a causa del fraude cometido por un “investigador” que manipuló los datos sobre los beneficios del vino tinto y el resveratrol en decenas de estudios, tal y como denunció Bob Roehr el 16 de enero de 2012 en la revista British Medical Journal.

En todo caso, un trabajo de muy alta calidad (metaanálisis), recogido en la edición de diciembre de 2013 de la revista Nutrition Reviews descartó que el resveratrol ejerza beneficios en los lípidos sanguíneos (Ej.: colesterol). Un editorial más reciente (enero de 2014), publicado en el Journal of Translational Medicine, justificó que hoy por hoy tiene muy poco sentido confiar en los supuestos beneficios de esta sustancia. No extraña, por tanto, que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) considere ilegal acompañar al resveratrol de cualquier declaración de salud.

La cuestión es que el estudio de 2012 observó ciertos beneficios, en las ratas, tras administrarles resveratrol durante unas semanas. Pero claro, poner como titular “Si le da resveratrol a sus ratas, es posible que mejoren su función muscular” no hace que bebamos más vino.

La importancia de los estudios en humanos.

Veamos ahora una investigación posterior. Se trata de la publicada en la misma revista, pero el 15 de enero de 2014, por Hartmann y Forbes, del Departamento de Fisiología y Farmacología de la Universidad de Calgary en Alberta, Canadá. Su trabajo también evaluó el efecto del resveratrol, pero en este caso en humanos. ¿Saben qué observaron? Que esta sustancia “atenúa muchas de las mejoras del ejercicio físico”. En su artículo leemos una importante reflexión:

“Estos efectos contradicen los estudios en animales, lo que sugiere la importancia de realizar estudios controlados y rigurosos en humanos, y nos recuerdan algo importante: las vastas diferencias que pueden existir entre distintas especies”. Amén.

¿Por qué esta noticia, precisamente ahora?

Puede que sea pura casualidad que un 15 de marzo de 2015 Intereconomía dedique semejante titular a un muy dudoso estudio publicado el 1 de junio de 2012. Pero quizá no. ¿Tendrá algo que ver con que el 10 de febrero de 2015 se haya publicado una rigurosa investigación en British Medical Journal cuya conclusión ha sido que “no está claro, a partir de las evidencias existentes, si el efecto protector del consumo moderado de alcohol es real”? Investigación, por cierto, de la que se han hecho eco diversos medios de comunicación. Es el caso del diario El Mundo, que tituló su noticia, publicada el 11 de febrero de 2015, de la siguiente manera “Se diluyen los beneficios de tomar alcohol con moderación”.

Una última reflexión.

En España tomamos demasiado alcohol y en España somos muy, pero que muy sedentarios. Súmenle que el alcohol es, después del tabaco, la sustancia psicoactiva que causa un mayor número de muertes en nuestro país (pueden comprobarlo aquí). Y súmenle también que la inactividad es responsable de una de cada diez muertes prematuras, o sea, unos 5,3 millones de muertes anuales (lo constataron en 2012 Lee y colaboradores –Lancet-). Con estos datos en mente ¿no les parece una irresponsabilidad supina el titular de Intereconomía? A mí sí.

Les dejo con los seis textos divulgativos que le he dedicado a las bebidas alcohólicas en los últimos dos años, y me voy a hacer ejercicio y a beber agua del grifo. A su salud.

  1.  ¿Vino para la depresión? ¡Madre mía! (12 de septiembre de 2013, en Ser Consumidor).
  2. Si las políticas para controlar el uso del alcohol fueran una vacuna (19 de diciembre de 2013, en Comer o no comer).
  3. Tomamos más energía a partir del alcohol que de las legumbres. ¡Qué bien! (4 de marzo de 2014, en Comer o no comer).
  4. Cuanto menos alcohol, mejor. Cuanto más, peor. Y no hablo del orujo… (19 de mayo de 2014, en Comer o no comer).
  5. Un 94,7% de los españoles no cree que sea nocivo abusar del alcohol. Apaga y vámonos (1 de octubre de 2014, en Comer o no comer).
  6. ¿Sabes cuántas calorías bebes? (30 de diciembre de 2014).

 

P.D. 1 (17 de diciembre de 2017): Casi un año después de que yo publicara este artículo el bulo seguía en plena forma (de hecho, hoy mismo me han preguntado tres veces por este tema, de ahí que me haya decidido a traer a mi blog este texto que escribí en marzo de 2015). Por eso Juan Revenga (@Juan_Revenga) se puso manos a la obra en febrero de 2016 y volvió sobre este turbio asunto. Además de citar mi granito de arena (¡mil gracias de nuevo, Juan!) amplió el tema con datos muy relevantes para entender «la magnitud de la tragedia». No se lo pierdan: «Una copa de vino tinto equivale a una hora de gimnasio, según un estudio (otra vez, el mismo)«.

 

P.D.2 (17 de diciembre de 2017): He escrito en varias ocasiones sobre vino en este blog: http://juliobasulto.com/tag/vino

 

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