El embaucador no nace, se reencarna;
no muere, se conecta con el universo.
El embaucador no crece, sigue una senda predestinada;
no camina, construye el camino.
El embaucador no aprende, confirma sus sospechas;
no estudia, es estudiado.
El embaucador no habla con su voz, sino con la de sabios ancestros;
no plagia, dice lo mismo que otros por pura casualidad.
El embaucador no aconseja, sienta cátedra;
no orienta, prescribe la sanación.
El embaucador no sonríe, muestra su carisma;
no agradece, nos da su bendición.
El embaucador no critica, describe;
no olvida, explica una y otra vez nuestro error a los demás para redimirnos.
El embaucador no duerme, medita;
no piensa, crea.
El embaucador no lee, corrige;
no escribe, ilumina el mundo.
El embaucador no conversa, instruye;
no escucha, juzga.
El embaucador no se equivoca, practica el autoconocimiento;
no miente, es la verdad la que nos engaña.
Al embaucador no le critican con razonamientos objetivos, sino porque tienen miedo a su gran potencial;
no necesita argumentos sólidos para criticar a los demás, con decir «se equivocan», basta.
El embaucador no vive, equilibra el Yin con el yang;
no muestra, demuestra.
El embaucador no dice la verdad, pontifica;
no habla, deja un legado.
El embaucador no duda, siempre está seguro de todo;
no necesita investigaciones para sustentar sus consejos, su opinión es ciencia.
El embaucador no necesita investigar, le basta con su experiencia;
no descubre, tiene epifanías.
El embaucador no enferma, somatiza los errores de los demás para sanarlos;
no envejece, mejora.
Al embaucador no le trata un médico, sino un maestro sanador extrasensorial;
no le cura un fármaco, sino hierbas milenarias.
El embaucador no tiene salud, la reparte;
no cura la enfermedad, sino a la persona.
El embaucador reniega de la medicina alopática, prefiere la medicina integrativa holística;
desconfía de las “farmafias”, son más fiables las empresas que fabrican homeopatía.
El embaucador nos “revela” que el tabaco es nocivo, pero asegura que fumar marihuana es medicinal;
no se fía de avances científicos, prefiere el horóscopo.
El embaucador no tiene reuniones familiares, sino constelaciones familiares;
no se fía del psicólogo, prefiere el infinito poder de su mente para sanar.
El embaucador no suda, elimina toxinas;
no toma el sol, sintetiza la energía lumínica del astro Rey.
El embaucador no pinta su casa, practica el feng shui;
no se ducha, regenera su piel.
El embaucador no hace el amor, practica el sexo tántrico;
no tiene una eyaculación, experimenta un orgasmo somático mental.
El embaucador no toma un solo gramo de azúcar (veneno mortal), consume un litro diario de miel (medicinal);
no se fía de ningún aditivo artificial, prefiere la estevia, que es natural (E-960) .
El embaucador no mastica fruta fresca, bebe batidos antiaging;
no toma sopa, sino caldos depurativos.
El embaucador no está vendido a las farmacéuticas, recibe justificados emolumentos de negocios familiares de complementos alimenticios;
no cocina un plato, crea una receta anticáncer.
El embaucador no come verdura, alcaliniza su organismo;
no cocina, transmite su energía a los alimentos.
El embaucador no bebe, respira agua;
no respira, bebe aire.
El embaucador no se forra a nuestra costa, invierte nuestros donativos en una causa noble: él mismo.
Julio Basulto, marzo de 2017.