Artículo originalmente publicado en 2014 aquí en el blog «Espacio Abierto» (psicología y nutrición).

 

Las trampas lógicas son consideraciones que a simple vista parecen ciertas, porque son la mar de razonables, pero que en realidad esconden una falacia. Una de dichas trampas se produce cuando extraemos una conclusión errónea a partir de dos premisas verdaderas. Por ejemplo:

A: La mujer que da el pecho produce mucha leche cada día (verdad).

B: La leche materna está compuesta en un 90% de agua (verdad).

C: Cuanta más agua beba la madre, más leche producirá (¿verdad?).

Veamos. Uno de los libros de referencia en relación a la alimentación en la lactancia es el publicado en 2001 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) “Healthy Eating During Pregnancy and Breastfeeding” (Alimentación saludable durante el embarazo y la lactancia), que se puede consultar en este enlace. ¿Aconsejará la OMS a las madres que beban por encima de su sed? Lean, lean:

“Women who are breastfeeding should drink the amount needed to satisfy their thirst”,

Es decir, “Las mujeres que amamantan deberían beber la cantidad que necesitan para satisfacer su sed”. Así que para la OMS, la conclusión antes citada no tiene nada de axiomática. Como vemos, a esta entidad no le pasó por alto que la veracidad de dos premisas, en un razonamiento bien planteado, no garantiza la verdad de la conclusión. Sin embargo, lo cierto es que, aunque la OMS me parece una entidad muy reputada, no podemos saber si esta organización recurrió a datos científicos contrastables y juiciosos que justifiquen su consejo, porque su documento no contiene referencias bibliográficas, es decir, estudios en humanos.

Y es que  para saber si es o no cierta la oración “Cuanta más agua beba la madre, más leche producirá” deberíamos obligar a unas cuantas mamás lactantes a que beban agua por encima de su sensación de sed y comparar la cantidad de leche que produzcan con la de otras mamás lactantes que deberían beber simplemente en función de su sed. Para saber la leche que extraen las madres deberemos pesarlas antes y después de mamar con una buena báscula. ¿Se habrá tomado alguien la molestia de realizar este experimento? Pues sí. Varias personas se han tomado semejantes molestias.

El primer investigador en arremangarse fue el Dr. Axel Olsen, nada menos que en 1940. Podemos leer las magistrales primeras frases de su estudio en la página web de la publicación que recogió su investigación, la revista científica Acta Obstetricia et Gynecologica Scandinavica (volumen 20, número 4, páginas 313-343). No tengo acceso al artículo completo, pero he hallado la conclusión de su investigación en la sexta edición del recomendable libro “Lactancia materna. Una guía para la profesión médica”, de Ruth A. Lawrence y Robert M. Lawrence, que atesoro en mi estantería desde que se publicó, en 2007. En la página 356 leemos la conclusión del estudio del Dr. Olsen:

«[…] la bebida forzada y excesiva no es necesaria ni beneficiosa en lo que se refiere a la lactancia […]”.

El libro de Ruth y Robert Lawrence detalla más investigaciones como la de Olsen, con similares conclusiones, por lo que estos brillantes expertos no dudaron en afirmar que “Desde un punto de vista práctico, las mujeres muestran un incremento de la sed que generalmente mantiene la necesidad de incremento del consumo de agua”.

Me fío mucho de los Lawrence, pero me fío más todavía del pediatra Carlos González. Además de escribir una serie de impagables libros divulgativos que han cambiado mi vida (y no exagero), Carlos fue el responsable de redactar el capítulo “Dieta y suplementos para la madre lactante” que aparece en el libro “Manual de lactancia materna. De la teoría a la práctica”, publicado por la Asociación Española de Pediatría en 2009. El capítulo tiene un apartado denominado “Agua” que reza:

“La madre que lacta necesita tomar más agua, pero no es preciso imponerle un consumo determinado. Basta con que beba según su sed […] Beber agua extra no aumenta la producción de leche, ni a corto ni a medio plazo”.

En todo caso, por más que idolatre a Carlos González, hoy por hoy, si queremos estar seguros de algo relacionado con la salud humana debemos acudir a la llamada “medicina basada en la evidencia”, también conocida como “medicina basada en pruebas”. Una de las entidades de mayor prestigio en el terreno de la medicina basada en la evidencia es la Colaboración Cochrane, que reúne a un gran grupo de investigadores que aplican un riguroso y sistemático proceso de revisión de las intervenciones que tengan que ver con la salud.

Pues bien, hace dos escasos meses, su revista oficial (Cochrane Database of Systematic Reviews) ha publicado un estudio con el siguiente título: “Extra fluids for breastfeeding mothers for increasing milk production”. O sea, “Fluidos extra para que aumenten la producción de leche las mujeres que amamantan”. Les juro que mientras leía el título resonaba en mi mente un redoble de tambores, como el que precede a una ejecución.

El artículo comienza casi con las mismas palabras que escribía en 1940 el Dr. Axel Olsen en la introducción de su investigación: “En ocasiones se aconseja a las madres que aumenten su ingesta de fluidos con la esperanza de que esto pudiera mejorar la producción de la leche materna”. Hay que ver, 74 años después y seguimos igual. La revisión Cochrane, impecable, como siempre, revela fallos metodológicos en casi todos los estudios revisados, pero concluye lo siguiente:

“No hay pruebas suficientes que justifiquen una ingesta de líquidos más allá de lo que es probable que necesiten las madres lactantes para cubrir sus necesidades fisiológicas”.

En resumidas cuentas: si das el pecho, bebe en función de la sed que tengas en cada momento. Si te preocupa la producción de leche, acude ahora mismo a la librería más cercana y hazte con el libro “Un regalo para toda la vida”, de Carlos González. No te arrepentirás en toda tu vida.

 

 

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