¡Buen día!

Hoy comparto con vosotros una entrevista que me hizo Saioa Echeazarra para el diario El Correo en la que hablé sobre obesidad infantil. Os dejo la transcripción de la entrevista (creo que no hay edición online de la misma). La fotografía se corresponde con la edición impresa del día 8 de noviembre.

¡Que la disfrutéis y gracias al equipo de El Correo por la entrevista!

 

– ¿Cuáles son los fundamentos básicos de una alimentación materno-infantil saludable?

El primer fundamento es tener presente que una mala alimentación de la mujer en el embarazo, e incluso antes, puede tener consecuencias negativas para el bebé a lo largo de su vida. Un claro ejemplo lo tenemos en la ingesta de alcohol durante el embarazo: no existe un nivel de consumo que esté libre de riesgos, y por ello aconsejamos la abstinencia a cualquier mujer que pueda quedarse embarazada (en los primeros meses de embarazo hasta el 50% de las mujeres embarazadas no son conscientes de que están embarazadas). Pero además de evitar el alcohol u otras drogas, como tabaco, cannabis o cocaína, conviene que la mujer gestante preste atención a la seguridad con la que manipula la comida (para evitar toxoinfecciones alimentarias) además de evitar un consumo frecuente de alimentos superfluos. En cuanto a los niños, los tres factores que más van a influir en su salud futura son la lactancia materna, la disponibilidad alimentaria en casa (cuantos menos alimentos superfluos a su alcance, mejor) y el ejemplo de los padres.

– En la actualidad la obesidad se presenta como uno de los principales problemas cada vez a edades más tempranas. ¿A qué se debe y cómo se combate desde la etapa infantil, desde que es un bebé?

La obesidad es multifactorial. No es causa exclusiva de los genes, como muchas personas creen, pero tampoco podemos atribuirla a un carácter especial de las personas que padecen obesidad. Se debe, sobre todo, a la sinergia de factores como la amplia disponibilidad de alimentos superfluos a bajo precio, un marketing agresivo que nos invita a alimentarnos a menudo con productos insanos, una legislación demasiado laxa con respecto a dicho marketing, poco tiempo para realizar ejercicio físico, pocos espacios para la actividad física, mensajes confusos en los medios de comunicación, etc. En cuanto a cómo combatir la obesidad desde la etapa infantil, además de priorizar la lactancia materna, los padres deben ser conscientes, como he indicado, de que su ejemplo cotidiano y la disponibilidad alimentaria en el hogar son determinantes. Añadiría, además, el papel crucial que sabemos que desempeña el hecho de comer a menudo con nuestros hijos.

– En sus publicaciones aborda la relación entre lactancia y obesidad. Advierte que no significa que la lactancia materna sea el santo grial contra la obesidad. Pero, ¿hay factores que apuntan a una prevención?

Sí, en el último artículo divulgativo que he escrito sobre el tema (“Lactancia materna contra la obesidad infantil”), detallo la más reciente postura de la Organización Mundial de la Salud, que indica que el primer paso para prevenir la obesidad infantil es la lactancia materna de forma exclusiva durante los seis primeros meses de vida, y complementada con otros alimentos hasta, como mínimo, los dos años de edad del niño. A los sanitarios no nos sorprendió: en 2015 se publicó un estudio muy riguroso en la revista Acta Pediátrica que mostró que la lactancia materna podría reducir un 13% el riesgo de obesidad infantil.

– Se advierte sobre la importancia del desayuno en la edad infantil y de que saltárselo o no hacerlo correctamente puede acarrear malas consecuencias. ¿Qué recomienda a este respecto?

Como indiqué hace poco en mis redes sociales, el desayuno es la comida más importante del día…si es la única comida que vas a hacer en todo el día. Y es que no hay pruebas sólidas que nos indiquen que saltarse el desayuno tenga malas consecuencias para la salud de adultos y niños. Se trata de un mensaje que repite una y otra vez la industria alimentaria, deseosa de que nuestros hijos desayunen “lo que sea”. Y ese “lo que sea”, por desgracia, suelen ser productos azucarados (lo que, por cierto, les resta apetito de alimentos sanos, dado su alto contenido en calorías).

Lo cierto es que los estudios rigurosos señalan que el famoso dicho “el desayuno es la comida más importante del día” es una falacia (Crit Rev Food Sci Nutr. 2015;55(14):2014-53). Los niños que tienen más rendimiento escolar suelen desayunar, sí. Pero eso no prueba que el desayuno sea la causa de su buen rendimiento. También son niños que suelen pertenecer a familias con un nivel sociocultural más alto (por lo que, por ejemplo, podríamos concluir que tener unos zapatos más caros mejora el rendimiento intelectual) o a familias más preocupadas por la alimentación de sus hijos. Y en el caso del rendimiento físico debemos tener en cuenta lo siguiente: los niños que hacen mucho deporte suelen desayunar, pero ¿es el desayuno lo que mejora su rendimiento? Lo que sí sabemos es que como realizan mucho ejercicio, por la mañana tienen más hambre (debido al mayor gasto calórico de su cuerpo, ocasionado por la actividad física), de ahí que desayunen. Pero eso no nos permite extraer una relación de causa-efecto.

Lo que sí sabemos es que conviene que los niños respeten sus innatas sensaciones de hambre y saciedad, sea en el desayuno o en cualquier otro momento del día. Sin olvidar, claro está, que deben alimentarse de forma saludable, sea la hora del día que sea.

– El problema para muchas familias radica en que llenan su cesta de la compra con productos industriales, bollería, azucarados, por un lado por su precio y por otro porque es lo que más fácilmente comen los niños. ¿Qué pautas de educación alimentaria transmitiría a estas familias?

Por una parte, les insistiría en que la obesidad, cuando está instaurada, es muy difícil de revertir. La mayoría de niños que padezcan exceso de peso en la adolescencia (algo muy probable, dado que cerca de 4 de cada 10 niños en España padecen exceso de peso), tendrán sobrepeso u obesidad en la edad adulta. Y la dieta en la infancia (que no depende del niño, sino de los adultos que lo alimentan) supone un factor determinante en la génesis de la obesidad, junto con el sedentarismo. Y por otra parte, en cuanto a las pautas, les recordaría que la base de toda dieta saludable en un niño mayor de 2-3 años es priorizar el consumo de alimentos de origen vegetal poco procesados (frutas enteras, hortalizas, legumbres, frutos secos y granos integrales).

– Respecto al mundo de la nutrición, hay cantidad de expertos en Internet, televisión, libros… que difunden muchísima información, pero que a veces se contradice entre unos y otros. ¿Cómo saber a quién hacer caso?

Conviene acudir a fuentes fiables, como el departamento de nutrición de la Universidad de Harvard. Su información está en inglés, y quizá hay algún lector que no domina el idioma, pero hoy por hoy, con la herramienta “Google Translate”, es fácil traducir cualquier texto. En todo caso, sí recordaría a toda persona que esté leyendo este texto que si una afirmación suena demasiado bonita como para ser verdad (ej: “el té verde adelgaza”) es que no es verdad.

 

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