Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) y Juanjo Cáceres (@juanjocaceresn)

 

En nuestro recién publicado libro “Más vegetales, menos animales” indicamos lo siguiente sobre carnes blancas (1):

“Se entiende que ‘carnes blancas’ son las de las aves de corral (ej.: pollo o pavo), aunque también suele incluirse en esta categoría a la carne de conejo, que es un mamífero. El efecto de las carnes blancas, de los lácteos y de los huevos sobre la salud no está claro, por eso los incluimos en un mismo apartado. Una posible explicación que justifica el papel neutro que observan los estudios entre la ingesta de carnes blancas, lácteos y salud es que las personas que los comen en mayor cantidad suelen consumir menos alimentos superfluos, menos carnes rojas y menos carnes procesadas”.

El estudio en el que nos apoyamos para justificar el citado papel neutro es el que publicó Dariush Mozzafarian el 12 de enero de este año (2016) en la revista científica Circulation (2), en el que, por cierto, leímos que a la carne de pollo se le inyecta a menudo sal para que esté más suculenta.

Pues bien, esta semana hemos conocido un dato que creemos necesario añadir a lo reseñado en nuestro libro. Dicho dato proviene de un estudio multicéntrico recientemente aparecido en la revista European Journal of Clinical Nutrition y cuyo primer firmante es el doctor Jordi de Batlle, perteneciente a la entidad International Agency for Research on Cancer (IARC), en Lyon, Francia. La investigación (estudio de casos-control basado en datos de 4766 voluntarios españoles), ha constatado lo siguiente (3):

“La ingesta total de carne se asoció con un incremento en el riesgo de cáncer colorrectal […] y se observaron asociaciones similares para la carne blanca, roja y procesada/curada/de órganos”.

Los investigadores han definido carne roja como carne de vacuno, cordero y pato; carne blanca como pollo, pavo y conejo; carne de órganos como el hígado o los despojos; carne curada como jamón cocido, jamón curado español, tocino y otras salchichas españolas (chorizo, fuet, salchichón y otros); y carne procesada como cualquier tipo de hamburguesas y embutidos cocidos, perritos calientes, albóndigas de carne u otros productos derivados de la carne.

Algo importante a tener en cuenta en este estudio es que, dado que otras investigaciones no han observado la asociación aquí constatada para las carnes blancas (sí para las carnes rojas, como pueden comprobar en este enlace), los autores incluyen la siguiente explicación:

“Curiosamente, todos los estudios que no hallaron asociaciones significativas, observaron ingestas de carne más bajas que las constatadas en nuestro estudio, y los sujetos pertenecientes [en dichos estudios] a grupos con una alta ingesta alta de carne, presentaron ingestas por debajo de la ingesta media de carne reportada en nuestro estudio. Este hecho sugiere que la relación entre la ingesta de carne y el riesgo de cáncer colorrectal podría no existir por debajo de un cierto umbral de ingesta de carne, y resultar evidente ante una mayor ingesta de carne, lo que explicaría parte de la heterogeneidad de los resultados que se observan en la literatura científica”.

El caso es que los propios autores reconocen que la relación entre carne blanca y cáncer colorrectal (que en España es el tipo de cáncer más frecuente) les ha pillado por sorpresa (“reported findings on white meat were unexpected”). Pero, de nuevo, insisten en que la ingesta media diaria de carne blanca en su cohorte ha sido mayor que la mayoría de estudios previos.

Sea como sea, aunque es un estudio bien diseñado, y aunque los autores han ajustado sus resultados por posibles factores de confusión, reconocen que presenta limitaciones que impiden extrapolar una causalidad clara, dado que no es un ensayo controlado aleatorizado, sino un estudio observacional. En todo caso, tal y como reconocieron en abril de 2004 investigadores del Instituto Alemán de Medicina Social, Epidemiología y Economía de la Salud y del Departamento de Epidemiología del Instituto Alemán de Nutrición Humana (revista Public Health Nutrition), cuando se realizan recomendaciones preventivas a la población con consejos para mejorar conductas, sin especificar cantidades, no es imprescindible contar con ensayos controlados y aleatorizados (4). De ahí que no nos haya extrañado la conclusión del estudio que sustenta este breve texto. Conclusión que, por cierto, coincide con el título (y el contenido) de nuestro nuevo libro:

“En conjunto, nuestros resultados apoyan la recomendación de moderar la ingesta de carne y de reducir o evitar el consumo de carne procesada”.

Por último, hemos detallado más arriba que el primer firmante de este trabajo es el doctor Jordi de Batlle, de la International Agency for Research on Cancer (IARC), en Lyon, Francia. Lo decimos para subrayar que declara no presentar conflictos de interés (ej.: tener una vinculación con la industria cárnica), como tampoco lo hace el resto de firmantes de la investigación: Esther Gracia, Lavedan, Dora Romaguera, Michelle Mendez, Gemma Castaño, Vinyals, Vicente Martín, Núria Aragonés, Inés Gómez Acebo, Rocío Olmedo Requena, José Juan Jimenez Moleon, Marcela Guevara, Mikel Azpiri, Cristóbal Llorens Ivorra, Guillermo Fernandez Tardon, Jose Andrés Lorca, José María Huerta, Victor Moreno, Elena Boldo, Beatriz Pérez?Gómez, Jesús Castilla, Tania Fernández?Villa, Juan Pablo Barrio, Montserrat Andreu, Antoni Castells, Trinidad Dierssen, Jone M. Altzibar, Manolis Kogevinas, Marina Pollán y Pilar Amiano.

P.D. El pasado 16 de diciembre de 2016 abordamos el tema en el programa «Gente Despierta», como puede comprobarse en este enlace: http://juliobasulto.com/carne-blanca-cancer-gente-sana-16122016-podcast/

P.D.2 (23 de marzo de 2021). Una investigación constató en julio de 2020 que el consumo de diferentes tipos de carne [carnes blancas, rojas o procesadas] se relaciona claramente con el cáncer gástrico (5) (Int J Cancer. 2020 Jul 1;147(1):45-55).

 

P.D.3. (24 de marzo de 2021). Una investigación de Keren Papier y colaboradores ha observado que un mayor consumo de carne de aves de corral se relaciona con un mayor riesgo de reflujo, gastritis y duodenitis, diverticulosis, enfermedad de la vesícula biliar y diabetes, mientras que un mayor consumo de carne roja y procesada se relaciona con un mayor riesgo de cardiopatía isquémica, neumonía, diverticulosis, pólipos en el colon y diabetes (6) (BMC Med. 2021 Mar 2;19(1):53).

P.D.4 (28 de septiembre de 2022). Un nuevo estudio ha hallado «pruebas convincentes» de la asociación entre el consumo excesivo de carnes procesadas y cáncer de colon y vejiga; carnes rojas y adenoma colorrectal, cáncer de ovario, próstata, riñón y estómago, cardiopatía coronaria y accidente cerebrovascular; pero también entre el consumo de carnes en general (sean blancas o rojas) y adenoma colorrectal, cáncer de pulmón, cardiopatía coronaria y accidente cerebrovascular. Para los investigadores «El consumo excesivo de carne puede ser perjudicial para la salud, con un gran impacto en el riesgo cardiometabólico y de cáncer» (7) (Int J Food Sci Nutr. 2022 Sep;73(6):726-737).

P.D.5 (19 de abril de 2023). Un metaanálisis de estudios prospectivos acaba de observar que el alto consumo de carne roja y carne blanca se asocia con un mayor riesgo de cáncer de páncreas, aunque se apunta que futuros estudios prospectivos deberán confirmar esta asociación. Fuente: Kim Y. The association between red, processed and white meat consumption and risk of pancreatic cancer: a meta-analysis of prospective cohort studies. Cancer Causes Control. 2023 Apr 18. Epub ahead of print. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37071321/

Referencias citadas:

1.- Basulto J, Caceres J. Más vegetales, menos animales. Barcelona: DeBolsillo; 2016. En: http://juliobasulto.com/mas-vegetales-menos-animales/

2.- Mozaffarian D. Dietary and Policy Priorities for Cardiovascular Disease, Diabetes, and Obesity: A Comprehensive Review. Circulation. 2016 Jan 12;133(2):187-225. En: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26746178

3.- de Batlle J, Gracia-Lavedan E, Romaguera D, Mendez M, Castaño-Vinyals, Martín V, Aragonés N, Gómez-Acebo I, Olmedo-Requena R, Jimenez-Moleon JJ, Guevara M, Azpiri M, Llorens-Ivorra C, Fernandez-Tardon G, Lorca JA, Huerta JM, Moreno V, Boldo E, Pérez-Gómez B, Castilla J, Fernández-Villa T, Barrio JP, Andreu M, Castells A, Dierssen T, Altzibar J, Kogevinas M, Pollán M, Amiano P. Meat intake, cooking methods and doneness and risk of colorectal tumours in the Spanish multicase-control study (MCC-Spain). Eur J Nutr. 2016 Nov 24. [Epub ahead of print]. En: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/27885555

4.- Kroke A, Boeing H, Rossnagel K, Willich SN. History of the concept of ‘levels of evidence’ and their current status in relation to primary prevention through lifestyle interventions. Public Health Nutr. 2004 Apr;7(2):279-84. En: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15003135

5.- Ferro A, Rosato V, Rota M, Costa AR, Morais S, Pelucchi C, et al. Meat intake and risk of gastric cancer in the Stomach cancer Pooling (StoP) project. Int J Cancer. 2020 Jul 1;147(1):45-55. doi: 10.1002/ijc.32707. Epub 2019 Nov 22. PMID: 31584199. En línea: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31584199/

6.- Papier K, Fensom GK, Knuppel A, Appleby PN, Tong TYN, Schmidt JA, Travis RC, Key TJ, Perez-Cornago A. Meat consumption and risk of 25 common conditions: outcome-wide analyses in 475,000 men and women in the UK Biobank study. BMC Med. 2021 Mar 2;19(1):53. doi: 10.1186/s12916-021-01922-9. PMID: 33648505; PMCID: PMC7923515. En línea: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33648505/

7.- Grosso G, La Vignera S, Condorelli RA, Godos J, Marventano S, Tieri M, Ghelfi F, Titta L, Lafranconi A, Gambera A, Alonzo E, Sciacca S, Buscemi S, Ray S, Del Rio D, Galvano F. Total, red and processed meat consumption and human health: an umbrella review of observational studies. Int J Food Sci Nutr. 2022 Sep;73(6):726-737. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35291893/

 

Próximos cursos o conferencias de Julio Basulto:

 

Cursos_y_conferencias

 

 

 

 

 

 

 

Suscribirse a este blog: http://juliobasulto.com/novedad-suscripcion-a-mi-blog-a-traves-del-correo-electronico/