“Comer sin vino es miseria y desatino”, “el vino alegra el ojo, limpia el diente y sana el vientre», “a nadie le hace mal el vino, si se bebe con tino”… Estos son algunos de los refranes amparados en la creencia popular que defiende que el consumo moderado de vino es bueno para la salud. Aunque si revisamos el refranero del Centro Virtual Cervantes también nos encontramos con Sapientia vino obumbratur, que este centro traduce como “La sabiduría se enturbia con el vino”.

Las autoridades sanitarias inglesas han querido acabar con esta idea y han revisado los límites de consumo seguro de alcohol, tras relacionarlo con el cáncer. Han pasado de establecer los limites en 21 unidades de ingesta semanales a 14 (un vaso de 250 ml de vino serían tres). Por otra parte, la OMS (Organización Mundial de la Salud) estima que 3,3 millones de personas mueren cada año a consecuencia de la ingesta dañina de alcohol.

Todo esto contrastaría bastante con la costumbre arraigada en muchos países, entre ellos el nuestro, donde el vino forma parte de la dieta mediterránea. Por tanto, ¿es saludable para el corazón consumir a diario una cantidad moderada de vino o cerveza? “No, al menos eso decimos los profesionales sanitarios que no tenemos conflictos de interés. Si tomamos el vino porque nos apetece… perfecto, siempre y cuando no vayas a conducir, no seas menor de edad, no tengas una patología, no estés embarazada… Pero si tomas vino creyendo que está siendo algo positivo para tu salud, es posible que pienses que dos copas serán mejor que una. Eso aumenta el riesgo de padecer diferentes enfermedades, como por ejemplo algunos tipos de cáncer”, admite el nutricionista, Julio Basulto, cuya tesis es defendida en Chronic Diseases and Conditions Related to Alcohol Use, publicado en 2013 en la revista científica Alcohol research: current reviews